Revelation image for the revelation the Temple
Como fue recibido por
Marshall Vian Summers
en diciembre 24, 2013

Escuchar el audio original de la revelación, en inglés:

Descargar (Clic derecho para descargar)

¿Qué es un Templo sino un lugar donde vienes a unirte con tu Fuente, dejando tus pensamientos y tus ambiciones, tus nociones preconcebidas y tus creencias inflexibles?

Los dejas a un lado, al menos temporalmente, cuando vienes al verdadero Templo. No es un lugar para pedir favores. No es un lugar para hacer peticiones. No es un lugar para tratar de fortalecer o validar de alguna forma tus puntos de vista.

Es un lugar donde vienes a ofrecerte a ti mismo y a pedir ser redimido y restaurado, y donde vienes a recibir un propósito y significado mayor en la vida. Verás, esa es la oración; con las palabras que uses, esa es la esencia de la verdadera oración a pronunciar en el verdadero Templo.

Sabes de templos, mezquitas e iglesias. Tal vez los haya visitado. Tal vez creciste en uno. Tal vez creciste en una cultura dominada por una de las grandes tradiciones.

La gente acude a esos lugares sagrados por diferentes razones; por razones económicas, razones políticas, razones de salud, o quizás para escapar de una familia discordante y buscar un respiro, o para lidiar con un problema interno. Todo eso está muy bien, pero verás, Nosotros estamos hablando de algo más potente que puede llegar hasta el Cielo.

Porque tienes que venir por el compromiso, si el compromiso va a ser verdadero y eficaz. El compromiso es cuando ofreces compartir tu mente con Dios y pides ser redimido y restaurado, y pides recibir un propósito y un destino mayores. Es poco probable que escuches una respuesta en el momento, pero si puedes sostener esa petición, si es lo suficientemente verdadera, lo suficientemente urgente, si se siente lo suficientemente profunda, entonces la respuesta llegará de una forma u otra.

Antes de que puedas ser guiado, debes ver ciertas cosas. Debes reconocer lo que es el sinsentido. Debes reconocer lo que es el engaño. Debes separar la verdad de la astucia, del ingenio o de las formas en que las personas usan la religión para fundamentar sus creencias y ambiciones. Debes empezar a cuestionar la realidad de las cosas que aceptas, incluso de las cosas que quieres.

Estas cosas deben suceder, finalmente, o no estarás listo para el compromiso. Y aunque pronuncies la oración correctamente, no llegará al Cielo porque tu corazón no estará en ella. Será un ejercicio, quizás una práctica espiritual, [pero] no tendrá la potencia de tu propia alma para conducirla a través del gran umbral. Será débil. Será falible. No tendrá una promesa detrás.

Por eso, debes ver ciertas cosas. Debes enfrentar cómo has vivido tu vida hasta ahora: tus errores, tus compromisos, tus oportunidades perdidas, tus esfuerzos insensatos, tu debilidad, tu deseo de ser guiado o dirigido por otros.

Verás, debes hacer ese examen, y la vida puede llevarte a ello a través de una grave decepción, o de la frustración, o simplemente del propio shock. Pero no necesitas esperar para aprender estas lecciones de una manera tan dura y difícil.

El Templo es para este propósito. Es para iniciar el compromiso y sostenerlo en el tiempo. Aunque no estarás completamente comprometido con tu petición ni con tu propio ofrecimiento, este compromiso debe ser más fuerte que tus miedos y que  tu ambivalencia en general. Si acabas de girar en la gran esquina de la vida, y has comenzado el retorno, el compromiso debe ser lo suficientemente fuerte como para llevarte hacia adelante, paso a paso.

El Templo, entonces, no es necesariamente un sitio. No es un necesariamente un sitio sagrado. No es necesariamente una gran mezquita, una catedral o un templo. Es donde adonde vienes a hacer una gran petición.

Esto puede suceder en tu dormitorio, o junto al mar, o en un bosque, o en una capilla, o en cualquier sitio ordinario donde el dolor de la Separación se vuelve demasiado difícil de soportar, y comienzas a ver que ni siquiera tus mejores planes van a ser suficientes. Incluso todas las cosas que crees que quieres para ti y para los demás no van a satisfacer realmente la necesidad que has llegado a reconocer, que es la necesidad real dentro de ti.

Por lo tanto, no pienses que tienes que viajar a algún lugar distante, a algún lugar famoso, a algún grandioso escenario de la historia, porque eso no ayudará a tu petición si no es lo suficientemente fuerte dentro de ti.

El Cielo no está interesado en esas cosas, ya ves; esas cosas que fascinan y atraen a la gente, las cosas que nacen de la invención, la imaginación, la especulación y las grandes historias. El Cielo no se conmueve con estas cosas.

No puedes venir desde la culpa o la vergüenza al Templo. Aunque te sientas avergonzado, aunque te sientas culpable, tienes que pensar que eres digno del compromiso. Tenlo en cuenta, porque si el Cielo te responde y te avergüenzas, te desvalorizarías a la luz de lo requerido. Tu vergüenza podría profundizarse. Tu inseguridad podría profundizarse. Tu conflicto podría crecer porque por dentro no sientes que eres digno para comprometerte.

Así que, uno debe prepararse para esto. Uno se prepara siendo realmente honesto y más objetivo sobre tu vida. Considera tu pasado, lo que te ha traído a este lugar hoy. Considera las decisiones que has tomado y a dónde te han llevado; las promesas que no se cumplieron, los sueños que se tornaron en cenizas, la gran esperanza de felicidad que solo produjo un poco de placer y mucha dificultad.

Tu vida hasta ahora ya te ha dado muchas evidencias. Pero ahora debes hacer un profundo examen, una evaluación profunda de todo lo que te ha traído a donde estás hoy. Y debes hacerlo sin autoengaño, sin dañarte a ti mismo. Porque sin Conocimiento, solo podrías cometer errores, y hacer lo que otras personas prescribieran, y seguir a la multitud en su interminable búsqueda de satisfacción, con todas las decepciones que le siguen.

Sentirás dolor y arrepentimiento, sí, pero debes ver que todo se debe a que no estabas involucrado con el Conocimiento más profundo que Dios te ha dado para guiarte, para protegerte de regalar tu vida y protegerte de compromisos sin sentido con otras personas; ese Conocimiento que está aquí para prepararte para una vida más grande de servicio y significado en el mundo.

Te preparas reconociendo las voces y fuerzas dentro de ti que te fuerzan a hacer cosas que no son beneficiosas para ti. Este autoexamen no se puede hacer en un día o una semana. Es constante. Pero puede ser muy poderoso si, de verdad, eres objetivo, porque esto revelará tu necesidad más profunda, la necesidad que ha estado contigo todo el tiempo, la necesidad que has malinterpretado e intentado satisfacer por otros medios: a través del romance; a través de la riqueza; a través del poder; a través de tus pasatiempos, de tus intereses y, tal vez, de tus indulgencias. Ahora se hace realmente evidente que es por algo más grande y no puede satisfacerse con pequeñas cosas.

Todavía no estás listo para el Templo, pero si procedes de esta manera, tú te prepararás y el Cielo te asistirá. Aquí tu vida no puede ser circunscrita inapropiadamente hasta el punto de ser un doloroso tributo a ti y a todos los que te rodean. Aquí debes estar dispuesto a seguir lo que se te da para hacer, a corregir lo que se te pide corregir, a deshacer lo que es inapropiado y a fortalecer lo que debe permanecer.

Si haces esto y continúas, el Cielo te asistirá. Ahora te estás moviendo en la dirección correcta. Todavía tienes muchos errores a los que enfrentarte. Todavía eres propenso al error y a la persuasión de otras personas. Todavía te desvían del camino muchas cosas, pero algo se ha despertado dentro de ti, algo que no puedes olvidar, algo a lo que siempre volverás en tus momentos de decepción y confusión.

Porque, verás, el Templo está llamándote, a este misterioso lugar dentro de ti —a este momento de verdadero compromiso; a este gran punto de inflexión de tu vida; a este lugar al que retornarás, una y otra vez, una vez que lo hayas visitado, en busca de fuerza, de claridad, de dirección, y de consuelo, si es necesario.

Todo lo que has hecho que haya sido inapropiado y equivocado quedará en el camino porque todo ello erosionó tu confianza primaria y natural, tu conexión natural con el Conocimiento, tus inclinaciones naturales, tu curiosidad natural por la vida.

Todo eso ha sido enterrado por la resignación, por hacer lo que es conveniente y expeditivo, por seguir a otros que te prometen recompensas, por no ver que debes construir una base real en el mundo y una conexión real con el Cielo si vas a servir en una capacidad mayor.

Una gran tarea, sin duda, pero la única tarea realmente digna de tu vida. Porque aquí todas las grandes cosas pueden surgir para ti y para otras personas a través de ti. Aquí tu mente, tu corazón y tu alma están en armonía. Esto te da poder, fortaleza y una mayor inmunidad contra el mundo corrupto que te rodea.

Dios ha puesto el Templo dentro de ti, ya ves. No puedes derribarlo. No puedes deshacerte de él. No puedes enterrarlo ni ponerlo en el fondo del océano. No puedes hacerlo estallar con dinamita. Puedes cubrirlo con muchas otras cosas, creyendo que son el templo: el templo de tus deseos, el templo de tus apegos, el templo de tus opiniones políticas, el templo de tus inclinaciones románticas.

Pero bajo todo eso está el verdadero Templo, sin mancha porque no se puede corromper, solo se puede evitar, solo se puede encubrir con otras cosas; evitándolo hasta que recobres el sentido en la vida y comiences a decirte a ti mismo y a los demás la verdad sobre tu experiencia real y el gran anhelo que existe dentro de ti.

No vienes al Templo por milagros, por dispensaciones, para tener recompensas del Cielo por lo que quieres, o por lo que piensas que son tus buenas acciones. No vas al Templo para que arrojen hechizos a tu favor, o por ceremonias que satisfagan una agenda social o una filosofía religiosa.

Al Cielo no le interesan estas cosas. El Cielo está interesado en el compromiso, y en que te prepares para el compromiso, en que hagas el compromiso, y en que aprendas y vivas el compromiso a medida que avanzas.

En el momento en que estés listo y hagas tu petición, el Cielo responderá, y los Grandes Rayos brillarán sobre ti, tal vez no en el momento, como verás, sino como consecuencia de haber cambiado de dirección. Es un lugar en el que no puedes volver a tu antigua vida, pero en el que no estás completamente preparado para proceder a tu nueva vida; un lugar incómodo, frustrante y confuso, por el que debes pasar, porque aquí es donde obtienes tu fuerza y tu confianza.

Aquí es donde tu compromiso crece. Aquí es donde retornas al Cielo, no dejando el mundo, sino buscando averiguar por qué viniste al mundo.

Aquí tus sueños y tus metas se dejan a un lado, allanando el camino para una mayor revelación para ti, que solo puede aparecer gradualmente en el tiempo, a medida que te preparas y demuestras que eres responsable y digno de confianza.

Aquí no entregas tu vida a Dios, porque debes conducir tu vida en el mundo. Pero necesitarás la ayuda del Cielo para hacerlo. Necesitarás estar unido al Cielo para hacerlo, para producir los grandes resultados que buscas.

Aquí no puedes hacer un trato. Aquí no puedes regatear. Aquí no puedes dar un poco para obtener un poco. Aquí no hay comercio. No hay trueque. No hay intercambio equitativo. Das todo lo que puedes dar, y el Cielo te da lo que eres capaz de llevar. Y a medida que eres capaz de llevar más, el Cielo te da más. Todo eso sucede en el Templo.

Un lugar de santidad no puede ser simplemente un sitio. Pues, el mundo es muy impuro y muy corrupto, y la degradación y la pobreza están en casi todas partes. Así que, debes llevar la santidad dentro de ti. Por eso el Templo está ahí. Tú debes llevar la santidad donde no existe. Debes tener en mente la Fuente de tu vida, alrededor de otros que no tienen ni idea de ello. Debes llevarlo como una llama que el mundo no puede extinguir, y que tú no extinguirás.

Por eso el lugar santo no es un sitio. Es el compromiso. Las personas pueden viajar desde todas partes del mundo a algún lugar sagrado, creyendo que eso les dará buena suerte y buena fortuna, o que sanará sus heridas o sus males. Pero el Templo del que Nosotros hablamos es algo mucho más importante. Es tu compromiso con el Cielo, ya ves.

Aquí no serás capaz de confraternizar con los Ángeles, ni hacer preguntas mundanas imprudentes, ni escribir una hermosa poesía, pensando que proviene de ellos.

Este es un lugar de gran misterio, un lugar que no puedes entender; un lugar, tan desconcertante y misterioso, del que ni siquiera puedes hablar; un lugar del que nunca debes hablar con los demás, porque debe mantenerse en gran silencio y secreto dentro de ti, solo para ser compartido con alguien que está participando de tu viaje mayor en la vida, tu compañero más confiable y amado.

Observa a tu alrededor y mira cómo la gente degrada lo que es profundo. Fíjate en cómo hablan de las cosas sagradas de una manera casual. Se trata de conversaciones o compromisos casuales. Tú no puedes hacer eso. Lo que es más sagrado y profundo debes guardarlo dentro de ti para que pueda crecer. Puedes compartir con otros el hecho de que estás en un viaje mayor, pero el Templo es sagrado. Debes tener esa discreción y este discernimiento, y eso es parte de lo que construyes con el tiempo para convertirte en un digno receptor de lo que el Cielo desea otorgar.

Aquí no puede haber ambición. No puedes usar esto para realzar tus creencias, o satisfacer tu teología, o confirmar tu idea sobre el Cielo y el universo. Si esa es tu intención, entonces no serás capaz de acercarte al Templo. El Cielo sabrá que no estás listo, y que no estás preparándote.

Esto es de la mayor importancia. No hay nada en el mundo que pueda darte lo que esto puede proporcionar. No hay nada que pueda satisfacer tu corazón y tu alma más allá de lo que esto puede proporcionar. Inténtalo cuanto puedas, busca sin cesar, ve de un lugar a otro, ve de una relación a otra, ve de un esfuerzo a otro. Al final, no encontrarás el Templo a menos que algo cambie dentro de ti; un surgimiento profundo, una profunda reflexión, un momento de profunda verdad y reconocimiento.

Prepárate, entonces, para el Templo. Entiende que te está esperando. Es parte de ti. El Conocimiento en tu interior lo lleva para ti. No puedes deshacerte de él. No puedes perderlo. Tú, puedes degradarte a ti mismo a tal punto que tal vez nunca lo encuentres en esta vida, pero todavía está ahí.

Porque, verdaderamente, necesitas a Dios para hacer lo que realmente viniste a hacer. Y aunque Dios no interferirá en tus actividades más prosaicas, en tus tareas diarias, este asunto es de la mayor importancia y requiere un acercamiento mayor y una mayor intención de tu parte.

Pero tu acercamiento debe ser auténtico. No puede haber una agenda secreta, ni una planificación secreta, o el Cielo no te escuchará. Tu voz no les llegará.

Entonces te darás respuestas a ti mismo, o te hablarán otras voces, voces en el entorno mental, diciéndote que hagas esto o aquello, o dándote otra información. Y pensarás que has hecho contacto y que la involucración ha comenzado, pero ahora has caído en el engaño, porque tu acercamiento aún no es puro.

Aquellos que buscan ventajas son fácilmente engañados por fuerzas que puedes ver y fuerzas que no puedes ver. Pero el Cielo está esperando y observando, esperando tu acercamiento al Templo.