Como fue recibido por
Marshall Vian Summers
en septiembre 10, 2014

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La pobreza, la pobreza del Alma, la pobreza del cuerpo, la pobreza del aislamiento, la pobreza de la disociación de otras personas. La pobreza toma muchas formas, algunas visibles, otras no visibles, algunas evidentes, otras no evidentes.

Es la condición de vivir en Separación. Porque la pobreza no es solo una condición de aquellos que tienen poco para sostenerse. Es la condición de vivir en Separación.

Hasta que puedas encontrar la mayor voz que Dios ha puesto dentro de ti para que la sigas, tú experimentarás la pobreza. Incluso si tienes todas las cosas que materialmente necesitas, seguirás siendo pobre. Incluso si vives en la opulencia, tu vida estará vacía, sin verdadero sentido ni dirección.

Esta pobreza es generalizada y afecta a las personas en todos los niveles del bienestar material. Desafortunadamente, para los ricos su pobreza queda ahora muy bien oculta, revestida con todas sus ambiciones, adquisiciones, indulgencias y fantasías, aparentando riqueza, comodidad y opulencia, cuando, en realidad, todo eso es una tapadera de la pobreza. Quienes se han enriquecido a costa de los demás y no devuelven lo suficiente al mundo, se creen que son bendecidos por Dios.

Pero Dios compadece a los ricos que no pueden encontrar el regalo que su relativa libertad proporcionaría. Ellos pueden ser más trágicos que los pobres, cuyas necesidades son evidentes y más fáciles de satisfacer.

En todos los sentidos, es un viaje hacia la libertad en todos los niveles de la sociedad, en todos los niveles del bienestar personal, en todos los niveles de riqueza. Porque muchos de quienes han escapado de la miseria entrarán después en el ámbito de la exploración y la indulgencia personal, del escape personal de la dureza de la vida. Vivirán en un mundo de adquisiciones, de búsqueda del romance, un mundo de fantasía y autoindulgencia.

¿Qué ha hecho por ellos su riqueza y su recién descubierta prosperidad, sino profundizar su actual dilema? Porque ahora su pobreza está más oculta, aunque todavía les persigue. Ahora son menos capaces de estar consigo mismos y con los demás con una mente y un corazón abiertos, porque su pobreza permanece. Ahora han encontrado nuevas formas de escapar, intentando siempre huir de su experiencia esencial. Esa es la pobreza.

Todas las personas del mundo que no pueden encontrar refugio, alimentos, seguridad y sanidad necesitan ayuda. En ese ámbito hay una llamada a los ricos a proveer a los pobres.

No necesitas una segunda casa, ni un quinto coche, ni joyas, relojes ni ropas caras cuando los que están ahora a tu cuidado se mueren de hambre y luchan por sobrevivir. Tu riqueza es ahora principalmente un recurso que devolver al mundo.

Concédete unas pocas comodidades en una vida modesta. Concédete la libertad para explorar el verdadero significado de tu vida, ahora que no tienes que luchar diariamente por la supervivencia.

Aprovecha esta oportunidad para recibir la Nueva Revelación de Dios para el mundo, que amplificará todas las anteriores Revelaciones de Dios, todas ellas —individualmente y en conjunto— te llaman de vuelta a tu responsabilidad y propósito más profundos para estar en el mundo.

Los ricos deben cuidar de los pobres, y los pobres deben ayudarse unos a otros tanto como puedan.

No pienses que ganarás el favor del Cielo si evitas esta responsabilidad. Particularmente para los ricos, esta es una gran responsabilidad.

Serás capaz de hacer mucho bien en el mundo con lo que tienes, y eso restaurará tu integridad y tu dignidad. Te dará un sentido de valor y significado y te dará la experiencia de que, en efecto, has sido enviado desde el Cielo para proveer estas cosas a una humanidad en dificultades.

Todos estáis en el mismo gran barco llamado Tierra. Si una parte de la nave se deteriora, si parte de la tripulación no es alimentada y sostenida, entonces todo el barco está amenazado.

No puedes pensar simplemente como un habitante regional ni tener una identidad local, porque ahora dependes de cosas de todo el mundo. Y, con toda seguridad, la condición de naciones alejadas de ti determinarán como será tu vida, tanto ahora como en los tiempos venideros.

El camino a la libertad es el camino para salir de la pobreza. Al principio, se trata de la libertad para tener comida, agua, vivienda, seguridad y sanidad, así como la oportunidad de tener una educación básica; lo cual supone una gran meta para un gran porcentaje de la familia humana. Y en el futuro, será un porcentaje de la familia humana aún mayor, a medida que las Grandes Olas de cambio lleguen al mundo, un gran cambio que pocas personas comprenden o pueden reconocer incluso hoy.

Una vez que hayas satisfecho estos requerimientos lo suficiente, podrás ver cómo tu educación puede ayudarte a ser un verdadero contribuidor en el mundo y a usar parte de tu creciente riqueza para ayudar a otros y darles la oportunidad de alcanzar los requerimientos básicos de la vida.

Debes comprender que la pobreza de la humanidad es, en gran parte, lo que mantiene a la humanidad primitiva y dividida y le priva del gran avance progresivo que necesitará en un mundo en declive —en un mundo con escasez de recursos, meteorología violenta y convulsión económica.

Los grandes médicos, los grandes educadores, los grandes políticos y los grandes servidores de la humanidad no pueden surgir de la pobreza extrema, porque están atrapados en ella, ¿te das cuenta?

Existe el mismo problema con las mujeres en el mundo, la mayoría de las cuales se encuentran atrapadas en una serie de circunstancias domésticas de las que no pueden escapar. Ellas no avanzarán ni progresarán, y como consecuencia toda la familia humana sufrirá. La brillantez, la fuerza, el ingenio y la dedicación a metas más altas y a mayores propósitos no se realizará si las personas no pueden escapar de esas condiciones.

El futuro del mundo no puede dejarse en manos de unos pocos individuos ricos inspirados. Se requerirá de un gran número de personas para evitar la desintegración y el fracaso de la civilización humana.

La entrega tendrá que aumentar, pero quienes pueden dar primero deben recibir. Deben recibir los requerimientos básicos de la vida. Más allá de eso, deben recibir una mayor educación. Y deben reconocer que el mundo no está aquí simplemente para concederles todos sus placeres e indulgencias, sino para darles la oportunidad de marcar una verdadera diferencia, porque solo eso satisfará la necesidad más profunda del Alma.

Si el Alma no está satisfecha, nada te satisfará. Puedes ser dueño de todo lo que puedas mantener y más. Eso no te satisfará. Siempre querrás más, sin descanso, sin final, porque tu Alma no está satisfecha.

Este es un vacío que no puedes llenar con cosas, ni con romances, ni con aventuras excitantes, ni con infinitas experiencias  en el mundo. Eso solo puede satisfacerse reconociendo la inteligencia más profunda que Dios te ha dado, la única que puede darte la fuerza y el propósito para elevar tu vida y conducirte a una mayor vida de servicio y realización en el mundo.

Solo puede satisfacerse volviéndote un contribuidor verdadero, en vez de ser simplemente una langosta sobre la tierra, devorando todo lo que está a la vista —devorando recursos, devorando experiencias, devorando el paisaje, consumiéndolo todo hoy, de forma que habrá muy poco para mañana.

Si la adquisición interminable es tu búsqueda, si ese es tu énfasis en la vida, no solo te sentirás vacío, sino fundamentalmente culpable. La culpa profunda está ahí porque realmente no estás viviendo la vida que viniste a vivir aquí. No estás haciendo realmente lo que sabes que debes hacer. No estás sirviendo a Aquellos que te enviaron aquí.

No te escondas tras la religión, pensando que creer en los edictos de tu religión te dará aprobación ante los ojos del Cielo, porque ellos están observando para ver lo que realmente harás en el mundo y, si ya has satisfecho los requerimientos básicos de la vida, cuánto servirás a otros y serás aquí una fuerza para el bien.

A ellos no les importan tus adquisiciones. Ni siquiera les importan tus creencias religiosas si no pueden llevarte a un servicio y compasión mayores por los demás.

Todavía sigues empobrecido, presentándote como una persona rica, con tus símbolos de poder y riqueza. Todos los aderezos de belleza y encanto que puedas adquirir y usar para adornarte no ocultarán el hecho de que eres pobre y estás fallando en tu misión aquí.

La pobreza está en ti. Está por todo tu alrededor. Mira las caras de los ricos que viven con tanta seguridad en sus naciones, con acceso ilimitado a los alimentos, al agua y a la ayuda del gobierno. Mira sus rostros. ¿Son estos los rostros de personas inspiradas que viven con alegría, propósito y significado?

Mira a los pobres que viven en harapos, que no tienen nada ni esperanza alguna de tener nada. No les condenes. No pienses que es voluntad de Dios que ellos vivan en tales condiciones. No creas que ese es el resultado de sus experiencias en vidas pasadas. No pienses que ellos se ganaron el derecho a ser pobres, porque debes mirarlos con compasión e imaginar cómo sería vivir sus vidas.

Si lo haces, dejarás de quejarte de todas las cosas de las que te quejas hoy y empezarás a tener en cuenta tus bendiciones, que son incluso más numerosas de lo que puedes suponer en este momento.

La religión tiene que ver con el servicio. Se trata del cuidado de las personas. Se trata de la sanación de las heridas. No se trata de ganar poder, de hacer la guerra o de condenar a otros. Si tu religión no conduce a un servicio y compasión mayores, entonces estás fallando a la esencia de esa religión.

Incluso si eres devoto y sigues todos los preceptos y prácticas de tu fe, si eso no te está dando un mayor impulso hacia el servicio, la compasión y el perdón, entonces estás fallándole a esa fe.

El Cielo no estará impresionado. Y cuanto más rico seas, mayor será el fracaso. Porque tu riqueza es ahora un recurso para ayudar a los demás. Ese es su valor real; más allá de darte un poco más de comodidad y libertad personal, la riqueza es para eso.

Los ricos deberían ser los grandes benefactores de la vida, todos ellos, sin excepción —alimentando a las personas, cuidando de las personas, asegurado las necesidades básicas de las personas y, además, la oportunidad de una mayor educación y servicio.

Usar la religión como pretexto para la guerra o para matar a otros es una abominación. Si lo haces, estás sirviendo a las fuerzas oscuras. Sin importar lo que declares que sea tu fe o tu lealtad a sus escrituras, estás sirviendo a las fuerzas oscuras.

Nosotros hablamos hoy aquí de lo que el Cielo valora. Pero lo que el Cielo valora no es lo que las personas más valoran o quieren, excepto unas pocas.

Independientemente de dónde estés en la vida o de tus circunstancias, tienes que detener la pobreza dentro de ti mismo. Más allá de la atender las necesidades básicas de la vida, tu vida debe tratar sobre el servicio y la contribución.

Esto lo haces por tu propia redención. Lo haces por el bienestar de tu comunidad y de tu nación. Pero también lo haces porque esto es lo que se requerirá de los ciudadanos de todo el mundo para dar a la humanidad la resiliencia y la estabilidad necesarias para navegar por los difíciles tiempos venideros, para evitar que la civilización humana colapse cuando disminuyan los recursos y las cosechas comiencen a fallar.

Haces esto por el mundo entero, a pesar de que tu servicio es local, inmediato y muy específico, y no conlleva una gran gloria ni reconocimiento.

Esto es lo que restaurará tu valía ante ti mismo, tu sentido de integridad, tu inspiración en la vida y tu alegría —disfrutando los beneficios de lo que tienes y de la sensación de significado que supone tu presencia aquí en la Tierra, significado que solo puedes encontrar siguiendo lo que estamos dándote hoy aquí.

Si quieres agradar a Dios, alimenta a las personas, protégelas de las Grandes Olas de cambio, edúcalas. Si quieres el apoyo del Cielo, adquiere entonces solo lo que realmente necesitas y no mucho más, y da el resto donde más se necesite. Tu corazón y el Conocimiento dentro de ti, el Conocimiento que Dios puso dentro de ti, te dirigirá allí donde esto pueda darse con el mayor efecto.

Esto te dará fuerza. Te dará propósito. Hará tu vida resistente y eficaz. Te sacará de la depresión, la autocondena y la condena a los demás. Porque todas estas cosas no son más que manifestaciones de la pobreza, la pobreza profunda de la que hablamos.

En tu corazón, sabes que viniste aquí para un propósito mayor. En tu corazón, sabes que no estás realmente viviendo la vida que estas destinado a vivir. En tu corazón, sabes que debes ser fiel a lo que es real y permanente dentro de ti.

Debes enfrentar esto. Debes enfrentar esas cosas que te retienen, que te mantienen pequeño, débil y perdido en el mundo, esclavo de sus alicientes y seducciones, esclavo de tu propio miedo y de tus impulsos. Debes enfrentar estas cosas, de lo contrario no serás capaz de superarlas.

El Cielo te ha dado el poder del Conocimiento, el cual puede sacarte de este interminable laberinto de dificultades, pero debes aprender a reconocerlo entre las otras voces en tu mente. Debes aprender a sentirlo, a conocerlo y a confiar en él lo suficiente para seguirlo y que pueda demostrarte su valía a través del tiempo.

Dios ha proporcionado los Pasos al Conocimiento, la gran Enseñanza sobre la redención, y las prácticas para ayudarte a alcanzar esto —dado todo en el lenguaje más sencillo posible y con mucha repetición y aclaración—. Esto puede guiarte, llevarte y orientarte hacia ese poder mayor que Dios ha puesto dentro de ti, el único que conoce tu destino y la dirección que debes seguir, la cual en este momento aún no puedes ver.

Su objetivo es acabar con la pobreza dentro de ti y ayudar a acabar con la pobreza en los demás, no solo la pobreza física, sino la espiritual, porque esa es la raíz de todo sufrimiento humano, para los ricos y para los pobres.

Aquí todos tenéis un propósito común. Aunque vuestros dones estén destinados a determinados lugares y personas, todos tenéis un propósito común, seas religioso o no, sin importar de qué país o de que conjunto de circunstancias vengas.

La restauración debe suceder en un número suficiente de personas, en ti. Enfrenta tu pobreza, y ello te dará el incentivo y la determinación para proceder