Marshall Vian Summers
el abril 14, 1992
Debido a la enormidad del cambio cercano y a las grandes exigencias que tiene la humanidad en este momento para satisfacer sus propias necesidades internas y para afrontar los retos de emerger en la Comunidad Mayor, es absolutamente esencial hacer hincapié en la importancia de desarrollar una gran compasión. El cambio es difícil, incluso bajo circunstancias más normales. A menudo existe resistencia y por lo general se le teme. El cambio implica incertidumbre y, frecuentemente, genera culpa y condena. Las personas rara vez emprenden un cambio voluntaria o intencionadamente, e incluso cuando lo hacen, este demuestra ser un desafío mayor de lo que ellas generalmente previeron.
Por esta razón, ahora las personas deben cuidarse mucho y deben comprender que deben tratarse a sí mismas con compasión. Deben desarrollar una base para la autoconfianza y la autoestima, incluso cuando están inseguras, temerosas, o cuando dudan mucho de sus motivos. Esto es especialmente cierto cuando comprendes que debes hacer cosas antes que otras personas, cuando no tienes la certeza ni la seguridad de que alguien hará algo contigo. De hecho, muchos de vosotros que leéis estas palabras seréis los precursores de vuestra raza, lo que significa que os someteréis a un cambio interno profundo, mucho antes que la humanidad en su conjunto.
Ese es el precio de la conciencia, ese es el precio del progreso, ese es el precio de estar en sintonía con la evolución del mundo —sabrás cosas, verás cosas, sentirás cosas, comprenderás cosas y darás pasos, antes que otras personas—. Esto requiere un enorme coraje. Debes confiar en estas inclinaciones más profundas y, sin embargo, con esta confianza debe existir discernimiento y Sabiduría en su aplicación. No puedes ser superficial ni complaciente. No puedes entregar tus responsabilidades a un Poder Mayor, porque son tuyas, para asumirlas y para llevarlas a cabo. No puedes huir y esconderte, porque ya sabes demasiado. No puedes decir, «Alguien más lo hará y yo lo aplaudiré», porque se te ha dado esto para que asumas tu rol singular. No puedes ponerte a un lado y decir: «Yo no quiero participar». Estás involucrado. Necesitas estar involucrado. Deseas estar involucrado. Sólo tienes miedo.
Así que, esto requiere mucho cuidado y comprensión de ti mismo y de los demás. Esto es especialmente cierto porque las limitaciones de las personas —su imaginación negativa y sus disposiciones malsanas— se acentúan en gran medida en los momentos de estrés y cambio. Los momentos de estrés y de cambio, sacan lo mejor y lo peor de las personas. Aquí las personas harán cosas muy perjudiciales para su bienestar y para el bienestar de otras. Las personas tomarán posiciones ridículas al enfrentar los grandes cambios. Las personas intentarán retroceder y recuperar un estado anterior, que ahora parece mucho más agradable de lo que era antes. Las personas intentarán revivir gestas que sucedieron hace mucho tiempo. Las personas negarán su experiencia. Negarán el surgimiento del mundo en la Comunidad Mayor. Negarán lo que saben. Negarán sus verdaderas asociaciones. Culparan a otras de sus dificultades.
Ocurrirá todo eso, y sucederá en formas muy intensas. ¿Por qué? Porque al enfrentarse a grandes cambios las personas se sienten desesperadas, y eso saca sus peores tendencias, e igualmente saca su coraje y su capacidad para la devoción. En la próxima década verás tremenda discordia, verás cómo las sociedades tribales, los grupos étnicos y las personas de diferentes creencias religiosas, chocarán unas contra otras, compitiendo por su propia identidad, que está cambiando rápidamente. Algunos de los eventos próximos serán muy terribles, otros serán magníficos y alentadores.
Para ti, el participante, el observador y el estudiante del Conocimiento, este es un momento que requiere de un gran autocontención, una gran paciencia y una gran compasión. La autocontención implica que debes suspender muchas de tus propias reacciones para permitir que una respuesta más profunda y penetrante, emerja y te guíe. Debes contener, en muchas ocasiones, tu discurso enojado y tus palabras frustrantes. Ejercer esta abstención te permite comprender algo que sabes que está en un nivel más profundo. Esto requiere una gran paciencia, porque debes esperar que las cosas sucedan. Debes esperar por la certeza. Debes esperar la confirmación. Debes esperar para tener compañía. Debes esperar por los resultados que deseas ya. Y en muchos casos, debes comprender que algunos de los objetivos que estableciste para ti mismo nunca se obtendrán. Y por eso, habrá decepción.
Como he dicho, el cambio requiere dejar ir algo, y luego recibir y desarrollar algo nuevo, con un período intermedio en el que no tienes nada. Lo que puede faltar son las posesiones, la seguridad financiera o la seguridad emocional de tener compañeros cercanos. Es posible que eches en falta la seguridad intelectual de estar convencido de lo que estás haciendo, y de tener una visión clara de tu vida y de tus prioridades.
Habrá decepción. Fallarán los ideales. Las grandes expectativas quedarán sin respuesta. Los anhelos serán vistos como imposibles. Eso te regresa a la verdad dentro de ti mismo, y al requisito de que tienes que aprender a esperar, a observar y a no juzgar, y utilizar este dominio de ti mismo para ganar una visión más profunda, que nace de una experiencia más profunda. Aquí tienes que abandonar las ideas autoconfortantes y vivir cercano a la vida, en contacto con la vida y, en muchas situaciones, vulnerable a la vida. Aquí reanudas una relación directa con la vida, en lugar de limitarte a jugar a lo seguro, permaneciendo al margen y observando el curso que toma la vida, para luego sentirte enojado y resentido porque ocurren cosas que no has elegido.
Este es un tiempo para participar directamente, y esto requerirá una preparación especial, grandes compañeros y tu decisión de participar en el surgimiento del mundo en la Comunidad Mayor, de participar en la unificación de la sociedad humana, y de participar en la recuperación de tu entorno físico, en formas que son específicas a tu naturaleza e inclinaciones más profundas. Aquí no eres sólo un observador, sino un participante, porque tú eres un participante. Si deseas encontrar un propósito en la vida y comprender tus mayores recursos y tu verdadera fuerza interior, debes tomar esta decisión, fortificar esta decisión y vivir esta decisión. Esto no le corresponde a otra persona, es tu decisión. Eres el que está leyendo estas palabras. Eres tú quien tiene el poder de responder.
Para eso, debes aprender a ser compasivo contigo mismo. Lo que significa que te observas a ti mismo, que te das tiempo para someterte al desarrollo y la reevaluación, que adquieres un sentido de dónde has estado y de lo que has deducido de tus experiencias anteriores, y que aceptas el hecho de que, en muchos casos, tendrás que cambiar tus evaluaciones y volverte vulnerable, sin explicaciones. Tendrás que volver a definir tu vida, tu propósito y tu destino.
Esta apertura y esta vulnerabilidad hablan de una autoconfianza interior. No es una confianza que adquieres en un día o que alguien te dará. Es la confianza en ti que tú mismo debes forjar. La forjas tomando decisiones que tal vez parecen incompatibles con las decisiones de otras personas, o que parecen costosas respecto a las ventajas que anteriormente buscabas para ti mismo. La forjas siendo fiel a lo que sabes, sin añadir ninguna suposición ni conclusión propia. Te permites sentir el dolor de la pérdida y de la incertidumbre, sin infligir ese dolor en otras personas. Eso desarrolla una mayor capacidad para la experiencia dentro de ti mismo, en lugar de intentar vivir a través de la experiencia de otras personas.
La compasión es observarte de ti mismo sin juicio, es alinearte con la verdad en la medida en que puedas experimentarla, es ser un participante directo en la vida, es elegir lo que es verdad sobre lo que parece cómodo o confortable para otras personas, y es buscar la verdad sobre la ventaja. Mientras otras personas se reposicionan para obtener ventajas en tiempos de cambio, tú puedes permanecer con la verdad y ser así libre de las muchas adversidades y calamidades que les suceden a quienes buscan engañar a la vida para su propio beneficio personal. Aquí decides seguir la verdad en lugar de buscar la ganancia y la adquisición. Tu recompensa será duradera, mientras que otros fracasarán, sin que parezca haber remedio o solución para sus necesidades y sus decepciones.
La compasión implica que miras el mundo desde una perspectiva superior y no te das el aparente lujo de la condena, que valida tu idea de ti mismo degradando a otros. Aquí estás dispuesto a estar equivocado, estás dispuesto a estar confundido, estás dispuesto a la incertidumbre, estás dispuesto a parecer tonto, estás dispuesto a reconocer tus errores, estás dispuesto a aceptar la desgracia si la desgracia debe ser aceptada. Eso es volver a casa, a la verdad dentro de ti.
Un gran cambio lleva a las personas hasta a un gran umbral y las fuerza a atravesarlo. En un gran cambio surgen grandes personas. En un gran cambio se contribuyen grandes cosas al mundo. ¿Qué mayor cambio pudiera tener la humanidad que emerger en la Comunidad Mayor de mundos, para participar en relaciones significativas con otras formas de vida inteligente, y discernir una interacción mayor en un contexto más amplio, que no puede entender ni controlar? ¿Qué mayor cambio puede haber que las civilizaciones humanas finalmente se unan, reconociendo las necesidades comunes, y buscando cooperación y soluciones que proporcionen mutuo beneficio y desarrollo? Esto debe acompañar al surgimiento de la humanidad en la Comunidad Mayor. El surgimiento de la humanidad en la Comunidad Mayor traerá consigo un gran cambio para cada persona. Esto cambiará sus circunstancias, su posición en la sociedad, su sentido de sí mismas, sus oportunidades, sus riesgos, sus amistades, sus conocidos, sus prioridades, sus valores, su religión y su Dios. Y aunque esto parece catastrófico cuando se ve en conjunto, esta es la oportunidad de que puedas finalmente elevarte por encima de la pequeñez de tus preferencias y preocupaciones, para vivir una vida mayor: una vida unida al mundo y a las necesidades y aspiraciones reales de las personas, una vida que puede atender relaciones genuinas, una profunda satisfacción y un nuevo compromiso pleno con tu vida espiritual. Las personas no llegan a esas alturas sin que las empujen grandes circunstancias, y sin pasar por grandes umbrales.
¿Por qué quejarse de que el mundo esté cambiando, cuando esto te da tu única verdadera esperanza de avance? Cuando el mundo cambia, no puedes quedarte donde estás. En ese momento, te sientas cómodo o incómodo, no puedes quedarte donde estás. Tienes que moverte con la vida. La vida está en movimiento. Tus ideas, tus opiniones, tus prejuicios y tus creencias se ven ahora opacadas por una serie mayor de eventos, una mayor exigencia sobre ti y una mayor oportunidad para el progreso.
Con la compasión viene la Sabiduría, la compasión establece las condiciones para que emerja la Sabiduría. Ser compasivo contigo mismo y con los demás. Ser abierto. Buscar un entendimiento más profundo. No fortalecer tus ideas anteriores por juzgar a otras personas y por intentar vivir según un conjunto de normas que pueden ya no ser apropiadas.
De hecho, en los próximos años, personas ricas y pobres, personas de todas las creencias religiosas, de todos los órdenes sociales y representando todos los intereses personales, estarán cada vez más implicadas unas con otras. Esto tenderá a neutralizar las tendencias extremas de la humanidad y creará un sentido más común de identidad. Aunque la diversidad cultural ciertamente continuará como voluntad de expresión individual, las personas se verán obligadas a integrarse con las demás en las formas que prefieren y en formas que no prefieren. Habrá más personas, habrá menos recursos, habrá menos libertad personal, y existirá un mayor consenso general sobre el cual se deben decidir las cosas. Aquí no es únicamente una cuestión de lo que sirve a un grupo sobre otro, es de lo que sirve a todos, porque las necesidades comunes crecerán y se volverán mucho más intensas.
No puedes quedarte donde estás —mentalmente y, en algunos casos, físicamente—. Debes elevarte o caer ante un gran cambio. Muchas personas caerán. No serán capaces de enfrentarlo, no serán capaces de aceptarlo, no serán capaces de integrarlo. Ellas no serán parte del cambio. Ellas serán parte de la obstrucción al cambio, porque el cambio debe suceder. La pregunta es, ¿cómo puede el cambio ocurrir de la forma más beneficiosa? Tú no puedes alterar el destino de la humanidad, pero puedes determinar la calidad de su resultado.
La compasión es elegir una respuesta mayor para un problema mayor. Es elegir una respuesta mayor que una que puedas sentir automáticamente, como resultado de una experiencia nueva o exigente. Aquí, aprender a no juzgar es muy importante. Así estas aprendiendo a observar; aprendes a aquietar la mente; aprendes a escucharte internamente mientras escuchas a otras personas; aprendes a ser paciente; aprendes a renunciar a ideas autoconfortantes; aprendes a renunciar a conclusiones tempranas mientras esperas por una mayor comprensión; aprendes a vivir sin tantas autodefiniciones, y aprendes a aceptar tus problemas y a trabajar con ellos de manera constructiva. Esto implica darles a otras personas el beneficio de la duda, y aprender a entender por qué están reaccionando de esa manera, porque muchas personas están mal equipadas para ser parte de un mundo que está emergiendo en la Comunidad Mayor. Los tiempos difíciles pueden traer condena y odio, o compasión y Sabiduría. Debes escoger y elegir conscientemente, una y otra vez, la respuesta que ejercerás porque ambas cosas son posibles dentro de ti.
Por eso, cuando hablo del cambio cercano y de los retos en este gran punto de inflexión en la existencia de la humanidad, no huyas, no te abrumes, no busques escape ni lo niegues. En su lugar, considera que todo lo que se presenta aquí es solamente un llamado para que puedas levantarte cuando llegue la ocasión. No sabes cómo se verá ni cómo ocurrirá. Tal vez tus ideas sobre lo que contribuirás son incorrectas, y aportarás otras cosas cuando las situaciones lo requieran. Aquí comprendes que debes ser una gran persona, tener una mayor capacidad para la Sabiduría y el entendimiento, y tener una mayor capacidad para dar.
¿Cómo alcanzas estas cosas? Primero, tienes que aceptar la condición actual de tu vida como punto de partida. A continuación, debes emprender determinadas formas de preparación, muchas de las cuales son bastante específicas, y debes asegurarte de que no estás inventándolas ni cambiándolas para satisfacer tus preferencias actuales, pues eso no te permitirá elevarte. Debes reevaluar tus relaciones, tanto ahora como en muchos momentos en el futuro, para ver si pueden apoyar tu empresa, con todo lo mal definida que pueda parecerte en este momento.
Muchas personas en este momento están pensando y preguntando: «¿Cuál es mi llamada en la vida? ¿Cuál es mi propósito espiritual?». A menudo ellas piensan en algo maravilloso, como ser un sanador, o ser un sacerdote o una sacerdotisa, y tener maravillosas experiencias de alegría y éxtasis espiritual. Tal vez se ven sanando a los enfermos, siendo espléndidas, viviendo en lugares hermosos, viviendo una vida bella, o todas estas cosas. Bueno, es muy importante que comprendan que eso es un cuento de hadas, y con pocas excepciones, se debe renunciar a todo eso.
Para encontrar tu llamada en la vida y tu propósito espiritual, debes aprender a prepararte. Aquí aprendes a tomar decisiones basadas en lo que sabes, en lugar de basarte en lo que piensas o deseas. Aquí te arremangas y te integras a la vida. Aquí te vuelves básico, honesto, sencillo y directo. Tu gloria vendrá de eso, no de vivir tus fantasías. Esta es la realidad de vivir una vida verdaderamente espiritual. Las recompensas son profundas y penetrantes, pero rara vez son reconocidas por aquellos que buscan que la gloria y el éxtasis sean la base de su experiencia. Están los que hacen y los soñadores. Sé un hacedor. Los sueños son simplemente un desperdicio de tu vida, a menos que puedan realizarse, y deben ser realizados por ti hasta cierto punto.
Por eso, respecto a tus expectativas sobre cuál puede ser tu llamada espiritual o propósito espiritual, debes borrar la pizarra, borrar todas las imágenes y apartar las fantasías. Permanece abierto, compasivo, paciente, observador, y listo para actuar. Espera el momento en que la acción sea verdaderamente requerida, y resiste todas las motivaciones prematuras para que actúes. Comprométete a aprender, a desaprender y a descubrir la verdad, sin importar lo que puedas tener que enfrentar en tu interior, y sin importar lo que tengas que hacer. Este compromiso permanente con la compasión, y con todo lo que requiere la compasión, es lo que te permitirá avanzar en tu desarrollo y seguir el ritmo del movimiento del mundo para que tus verdaderos dones puedan emerger a través de ti.
Tú mismo no puedes extraer tus verdaderos dones, no puedes hacerlos surgir a través del diálogo o la práctica espiritual, no puedes presionarte para extraerlos de ti. Debes estar en el estado correcto de mente, en la situación correcta, con las personas adecuadas. Entonces ellos mismos se expresarán, y se expresarán con tal potencia que no podrás negarlos ni confundirlos. Sin embargo, alcanzar el punto donde tengas el estado de mente adecuado, estes con las personas adecuadas y sean las circunstancias adecuadas, requiere una preparación. Requiere compasión y todo de lo que he hablado.
Sé paciente, entonces. Estás creciendo lentamente, porque estás cultivando algo importante. Las cosas que crecen rápidamente mueren rápidamente. Las cosas que surgen así desaparecen en el momento siguiente. Los grandes logros nacen de una gran preparación. Cuando te preguntas: «¿Qué puedo hacer para apoyar la evolución de la vida aquí? ¿Qué puedo hacer para encontrar la base de mi propósito? ¿Qué puedo hacer para desarrollar el estado de mente necesario?». Yo digo: prepararte, observar y ser honesto. Conocerás la forma de preparación cuando venga a ti, aunque es posible que te resistas a ella e intentes negarla. Será la correcta en el momento correcto para ti. Quizás comenzarás pensando: «Es sólo por un corto tiempo. No pedirá mucho de mí. Sólo daré un poco, hasta que esté seguro». Sin embargo, si es la preparación adecuada, esta te pedirá más de que lo que habías planeado dar, y encontrarás que al entregarte a ella tenías más para dar. Dar es lo más importante.
Puedes preguntar, «¿Cómo puedo emprender todas estas cosas que estás diciendo?». Yo digo, volviéndote honesto, volviéndote simple y volviéndote paciente. Prepárate. Acepta la preparación que se hecho para ti. No inventes una por ti mismo. Involúcrate. Nadie puede hacer esto por ti, debes hacerlo tú. Si buscas saber cuál es tu verdadero propósito, entonces contribuye a quienes hayan encontrado un propósito para sí mismos, y ellos te ayudarán a encontrar tu propio camino. Si sientes que tienes grandeza en tu vida, lee sobre ello, aprende sobre ello y, si es posible, asóciate con grandes personas. Si deseas conocer El Camino del Conocimiento de la Comunidad Mayor, entonces debes estudiarlo, integrarlo, digerirlo y vivirlo. No puedes tontear con él, jugar con él, probar como te va. ¡Debes aceptarlo! Si lo haces, entonces este rendirá sus recompensas para ti. Lo mismo ocurre con tu relación con la vida. ¡La asumes! no juegas con ella o la pruebas. ¡La aceptas! Tu relación con tu mente y con tu cuerpo, tu relación con el Conocimiento; —¡Asúmelas!
Este no es un tiempo para la indecisión. Este no es un tiempo para la ambivalencia. Este es un tiempo de compromiso, un tiempo para la resolución interna, un tiempo para seguir adelante. Hay muchas cosas que ya sabes que debes hacer. Es el momento de hacerlas. Ese es tu punto de partida. Haz lo que sabes hoy, y entonces sabrás algo mañana. Haz lo que sabes mañana y entonces sabrás algo al día siguiente. Así es como se reclama el Conocimiento.
Hagas lo que hagas, sea una decisión sabia o una locura, sea que actúes con nobleza o de maneras no beneficiosas, regresa a la paciencia, al perdón, a la tolerancia, la observación y a la reevaluación —todas las cosas que representan la compasión—. Mira a los demás, no con crítica ni con autocomplacencia, sino entendiendo que ellos también están luchando por aceptar vivir en un mundo cambiante. Ellos, también, están aceptando sus propios fracasos y sus propias posibilidades de éxito. Cuanto más te veas luchar a ti mismo, más los entenderás, y no estarás dispuesto a condenarlos ni a descartarlos.
Aquellos que son sabios y compasivos han enfrentado su propio sufrimiento y han pasado a través de él. Ahora ellos pueden afrontar el sufrimiento del mundo y contribuir a su resolución; no sólo porque tienen buenas ideas, sino porque han recorrido el camino y han encontrado la resolución y la salida.