El velo del Mensajero


Como le fue revelado a
Marshall Vian Summers
el 7 de diciembre de 2012
en Boulder, Colorado, Estados Unidos

Texto original: The Veil of the Messenger

Escucha el audio original aquí (en inglés):

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Lo que estás leyendo en este texto es la transcripción de la voz original de la Asamblea Angélica hablando a través del Mensajero Marshall Vian Summers.

Aquí, la comunicación original de Dios, que existe más allá de las palabras, es traducida al lenguaje y el entendimiento humanos por la Asamblea Angélica que supervisa el mundo. La Asamblea después entrega el Mensaje de Dios a través del Mensajero, tras lo cual es transcrito y puesto a tu disposición y a disposición de todos.

En este extraordinario proceso, la Voz de la Revelación está hablando de nuevo. La Palabra y el Sonido están en el mundo. Que puedas ser el receptor de este regalo de Revelación y puedas estar abierto a recibir su Mensaje único para ti y para tu vida.




Nota a los lectores:
Esta traducción fue provista a la
Society por estudiantes del Nuevo Mensaje que se han ofrecido voluntariamente a traducir el texto original en inglés. La publicamos en esta forma inicial para que todo el mundo tenga una oportunidad de interactuar con una porción del Nuevo Mensaje en un su propio idioma.

Traer al mundo un Nuevo Mensaje de Dios requiere una persona que esté especialmente diseñada para esta mayor misión, una persona cuyo origen y destino son distintos de los de todos a su alrededor, una persona cuya preparación, incluso antes de venir a este mundo, es única y muy focalizada. Esta es la persona que tendrá que cumplir grandes expectativas —las expectativas del propio Cielo.

Para lograr esto, este individuo tendrá que cumplir ciertos requerimientos y pasar ciertas pruebas. Porque cuando cualquier individuo entra en el mundo, entra en el mundo de las influencias. Entra en un mundo de dificultad, un mundo de supervivencia, un mundo de aceptación social, un mundo de desafíos, un mundo donde no serás conocido ni reconocido, excepto quizá en cierto modo por tu familia. Pero incluso en este caso, tu misión y tu propósito mayores serán, la mayoría de las veces, desconocidos hasta para aquellos que te criaron y crecieron contigo.

Un gran Mensajero está ahora en el mundo, pero está oculto, como ves. Está oculto tras un invisible velo: un velo de normalidad, de cotidianidad, de simplicidad. No es un individuo que vaya a aturdir y asombrar a todos a su alrededor. Él caminará entre la gente y pasará desapercibido entre la multitud, simplemente otra persona. Interesante quizá en ciertos aspectos, pero no excepcional de ningún modo que reconozca la mayoría de la gente.

En este sentido, él es como todos los otros Mensajeros, que tuvieron un aspecto muy corriente y podían pasar desapercibidos entre la multitud. A pesar de todas las historias, los milagros y la admiración que rodean a los Mensajeros previos de los tiempos antiguos, ellos fueron personas de aspecto muy normal. No asombraban y aturdían a todos los que les veían. Quizá fueron desconcertantes y ciertamente fueron diferentes, en particular cuando su mayor rol comenzó a emerger. Entonces ellos se volvieron realmente distintos.

Aun así, para ellos sería una tarea muy difícil proclamar su Mensaje, comunicarlo de manera efectiva y hacer el viaje que se desplegaría ante sus pies —un viaje de gran dificultad, un viaje donde serían malinterpretados y sus palabras mal usadas; un viaje de confusión, un viaje sin mapas, un viaje sin un camino claro, en el que tendrían que hallar su camino en los territorios salvajes de este mundo, rodeados de la sociedad y lo que todo el mundo hace, un territorio salvaje de confusión y paradojas; un viaje establecido en un curso único de tremenda importancia y con altas expectativas por parte de aquellos que les enviaron al mundo; un viaje donde el fracaso tendría inmensas consecuencias, no solo para los Mensajeros sino para miles y millones de personas en su tiempo y más allá.

¿Quién puede llevar una carga así? ¿Quién puede satisfacer tal requerimiento? ¿Quién puede seguir un camino tan inexplicable y hacer el viaje que nadie a su alrededor está haciendo ni puede hacer?

Para esto, los Mensajeros tendrían que ser personas corrientes en su apariencia. De otro modo, la sociedad trataría de usarlos. La gente los veneraría. Querría cosas de ellos. Ellos serían seducidos por la sociedad y la cultura. Las seducciones de la belleza, la riqueza y el encanto interferirían con su preparación, que sería larga y notable. Los arrastrarían a otro tipo de rol, muy por debajo de ellos y muy lejos de su verdadero dominio.

Nadie puede entender realmente y por completo el rol y el viaje del Mensajero. Y esto sigue siendo cierto hoy, porque la realidad de esto no cambia salvo en la apariencia de las cosas.

Un Nuevo Mensajero está en el mundo portando un Nuevo Mensaje de Dios. Él ha tenido que recorrer este largo e inexplicable viaje, un viaje de creciente responsabilidad y carga, sin que por mucho tiempo conociera el significado, el propósito y el resultado del camino que tendría que tomar, un camino que lo pondría aparte de todos los demás, un viaje no solo de asombro y sobrecogimiento, sino de creciente desafío y con el gran peso de la responsabilidad.

Por tanto, los Mensajeros tienen que estar velados, de lo contrario las personas pensarán que son otra cosa e intentarán usarlos para otras cosas, dándoles avenencia, lo cual es incorrecto e inapropiado.

Para que el Mensajero se desarrolle tiene que poder caminar en el mundo sin ser reconocido, contemplando el mundo, experimentando la mundanidad y la tragedia de la vida y de vivir en Separación.

Aunque sería protegido de una manera única y guiado en gran medida, habría largos periodos en los que aquellos que le enviaron al mundo parecerían haber desaparecido o estar ausentes, [pareciendo estar] solo, siguiendo una luz inexplicable, una sutil llamada que solo escucharía de vez en cuando y que otros no escucharían, excepto los muy pocos que debían unirse a él para asistirle. Ellos también podrían escuchar la llamada, pero no sabrían su significado, a dónde les llevaría o su mayor importancia para el futuro.

Qué diferente es esto de las historias de los grandes maestros, los grandes Mensajeros del pasado que han sido glorificados e incluso deificados, colmando de significado y maravilla cada una de sus acciones, pareciendo que impresionaban desmesuradamente a todos a su alrededor, pareciendo demostrar capacidades, virtudes y cualidades extraordinarias incluso en su juventud. La gente no puede entender cómo ellos [los Mensajeros] fueron velados y porqué tuvieron que ser velados para aprender sobre la vida, el sufrimiento, la alegría y la simplicidad.

Porque como ves, el Mensajero tiene que ser simple. No puede ser llenado de orgullo y autoimportancia. No puede pensar como si estuviera por encima y más allá de todos los demás. Y por tanto, la mayor parte de su vida temprana es mundana y corriente.

El Mensajero tiene que ser humilde, porque tiene que ceder ante la misión que se le ha dado, ante aquellos que le han dado esta misión y ante el Señor de todos los universos, que ha enviado esta misión a este individuo para dar a un mundo necesitado, un mundo que no aceptará fácilmente su presencia o su proclamación.

Alguien movido por el orgullo y la arrogancia fallaría aquí rápidamente y se volvería amargado y vengativo, condenando el mundo. Pero el Mensajero no puede hacer eso. Eso lo descalificaría, como ves.

Por tanto, aquí está el Mensajero para esta era y los tiempos venideros, trayendo un Mensaje que no se ha traído al mundo en más de un milenio, un Mensaje de gran importancia, que responde a las necesidades de este tiempo y de los tiempos venideros, que lleva a la gente a una realidad que está más allá de su conciencia y su entendimiento actuales, que habla de la vida venidera y de lo que la humanidad debe hacer para prepararse para el gran cambio que está llegando al mundo y para su encuentro con un universo lleno de vida inteligente.

Su Mensaje tendrá que ser completo, amplio e inclusivo, porque estará hablando ahora a una comunidad mundial y no solo a una tribu, un grupo o una región. Él estará hablando al mundo entero a la vez, no a su propia cultura o a su grupo aislado.

Su Mensaje tendrá que ser relevante para todos y para todas sus circunstancias, sean ricos o pobres, en el este o el oeste, en el norte o en el sur. Su mente tendría que expandirse para abarcar la realidad de la vida de la Comunidad Mayor en el universo, así como una tremenda sabiduría y compasión por la humanidad.

Esto excedería por mucho todo lo que los antiguos Mensajeros tuvieron que concebir. Sí, ellos fueron los verdaderos Mensajeros de su tiempo. Sí, fueron preparados para su viaje y su misión. Sí, tuvieron que enfrentar todas las dificultades y la falta de aceptación y reconocimiento que sus vidas les traerían.

Pero el Mensajero actual tendrá que portar un mayor cuerpo de entendimiento, una mayor capacidad. Él estará encarando no solo el rechazo de las autoridades locales, sino el de un mundo entero de autoridades locales —desafiando las religiones del mundo, las suposiciones del mundo, la complacencia de la gente; desafiando la dirección de la humanidad y todas sus ideas reconfortantes y reafirmantes, ideas que solo pueden ser grandes peligros dado el futuro de la humanidad.

Este hombre, que está en el mundo, no tiene posición. Tiene educación, pero no demasiada educación. Él es notable, pero uno debe ver más allá de las apariencias para reconocer esto. Es su rol, su proclamación y su regalo lo que hace que sea notable.

Esto siempre ha sido así para todos los Mensajeros, como ves, y es por eso que su viaje en parte ha sido tan difícil. Ellos han tenido tareas más difíciles que ningún otro en la Tierra, pero también han sido las personas más importantes en la Tierra, sin duda las más importantes de su era y las eras venideras.

La importancia que el Cielo le otorga no es la importancia que el Mensajero encontrará en el mundo. Él será rechazado. Será negado. No satisfará las expectativas de la gente debido al velo, el velo del Mensajero —el velo de la humildad, el velo de su apariencia corriente, el velo de su vulnerabilidad, el velo de la simplicidad.

Es lo que está en él y con él, su origen y su destino, lo que le coloca en una posición tan única e importante. Pero para ver esto, uno tendría que reconocer algo [en él], escuchar su proclamación y recibir la Revelación que trae para el mundo. Solo entonces, quizá, podría comenzar a entender la carga y el viaje del Mensajero. Esto solo podría uno comprenderlo si comparte su viaje, si entiende su viaje desde su propia experiencia directa del Mensaje y el Mensajero.

Para todos los demás, él es solo una persona haciendo una gran proclamación, una persona que parece tener la arrogancia de desafiar sus creencias y expectativas centrales y fundamentales. Él no es una superestrella, el superhumano que ellos esperarían que fuera el Mensajero. Él no hace milagros a izquierda y derecha para impresionar a los inconscientes y ganar la aceptación de aquellos que no le aceptarían de otro modo.

No puedes comprar este reconocimiento. No puedes adquirirlo. Incluso los milagros no lo conseguirán en verdad. Por eso, Jesús es malentendido. Buda es malentendido. Mahoma es malentendido —no solo por la gente de su tiempo, sino por la gente de todas las épocas—. Es su humildad, su humanidad, su entrega, su preparación y la gran dificultad y desafío de sus viajes lo que realmente comienza a revelar su destacable naturaleza, diseño y propósito.

Tienes ahora la bendición de vivir en un tiempo de revelación, un tiempo que solo llega quizá cada mil años, un tiempo de gran dificultad, desafío y cambio para la familia humana —ahora con la humanidad enfrentando sus mayores desafíos de colapso y desintegración desde dentro y de intervención desde fuera, enfrentando ahora desafíos que la humanidad en conjunto nunca ha conocido antes.

En este grave y peligroso tiempo, Dios ha enviado un Nuevo Mensaje a la humanidad para honrar las religiones del mundo y crear su Fuente común, llamando a salir la grandeza que porta la gente: el poder del Conocimiento que Dios ha dado a cada persona para guiarla, protegerla y conducirla a su mayor rol de servicio en el mundo.

Pero Dios ha enviado también un Mensajero, que porta consigo una parte del Mensaje que no está en la escritura, que no ha sido grabada, que no ha sido escrita. Él es parte de la Revelación, como ves. Pero él está tras el velo. Y debes mirar profunda y honestamente para ver más allá de este velo.

Él no puede ser usado para enriquecer a la gente. No puede ser usado para gratificar a la gente. No puede ser usado para dar un falso sentido de importancia a la gente a su alrededor. No puede ser usado como una herramienta del estado. No puede ser usado para realzar el deseo de riqueza, poder y encanto de la gente.

Porque él está velado. Podrías sentarte a su lado y quizá ni siquiera darte cuenta, como le ha pasado ya a mucha gente. Él podría cruzarse contigo en la calle y no te darías cuenta de haber tenido a tu lado a la persona más importante en el mundo, una persona que tiene un regalo para tu vida de tal importancia que ni siquiera puede describirse.

Solo hay un Mensajero para este tiempo y los tiempos venideros, porque solo uno ha sido preparado y solo uno ha sido enviado. Puede que otros proclamen este título para sí mismos, pero solo el Cielo sabe quién ha sido enviado con este propósito.

Para conocerle, debes escucharle, escuchar su proclamación, escuchar el regalo de Sabiduría que pasa a través de él: la Revelación de Dios traída al mundo a través de un hombre que ha llevado una carga muy grande. Esta Revelación le ha derribado emocionalmente. Ha puesto en peligro su salud. Le ha supuesto un gran esfuerzo, que no es percibido ni reconocido.

No es el gran esfuerzo de la supervivencia. No es el gran esfuerzo de la autogratificación. Es el gran esfuerzo de llevar un gran Mensaje que tendría que permanecer desconocido durante mucho tiempo, hasta que el Mensajero estuviera listo para proclamar y presentar la Revelación que ha pasado 30 años recibiendo.

Tú serás llamado al Mensaje y al Mensajero, tú y otros. Si eres llamado y no puedes recibir, entonces criticarás. Te volverás un crítico, incapaz de romper con esto, pero [también] incapaz de responder sinceramente. Te volverás un crítico, un detractor.

Si puedes responder, entonces tu vida comenzará a cambiar. Si puedes aceptar el camino y tomar los Pasos hacia el mayor Conocimiento dentro de ti que Dios ha provisto, entonces comenzarás a prepararte para una vida mayor, así como a liberarte de tu anterior existencia y todo lo que te limitaba en ella.

Si tienes la oportunidad de encontrarte con el Mensajero en sus años restantes en la Tierra, ello sería una gran bendición para ti. Pero cuando lo encuentres, verás el velo. Él será una persona velada. No te revelará lo que está en su interior. No te mostrará lo que ve sobre ti y sobre tu vida, salvo raramente, y solo si vas a ser un verdadero estudiante de la Revelación. Él no contestará tus preguntas. No satisfará tus necesidades. No puedes usarle como recurso, aunque puede que lo intentes.

Su velo le ha protegido, manteniéndole puro en un mundo impuro, asegurando su humildad y su fortaleza. Le ha dado su humanidad y su compasión y amor por la familia humana. Le ha fortalecido para resistir no solo la gran travesía que supone recibir la Revelación, sino [también] la dificultad de presentarla a un mundo que es ambivalente sobre Dios y la Creación, que vive para el momento y no considera el futuro o el resultado de la vida de uno mismo, de la vida de las personas.

El Mensajero tiene que aceptar que pasará desapercibido y que mucha gente no apreciará su Mensaje. Él tendrá que enfrentar el ridículo y la condena de aquellos que son atraídos pero no pueden recibir. Tendrá que ver el ciego rechazo de las personas que están amarradas a sus filosofías, sus teologías y sus creencias religiosas, cegadas por sus firmes nociones fijas. Ellas ni siquiera reconocen al Emisario de Dios cuando este llega a la Tierra. Incluso si son religiosas o consideran que lo son, ni siquiera pueden reconocer al Mensajero.

La ignorancia, la estupidez, la arrogancia —el Mensajero tendrá que enfrentar todo esto sin desanimarse ni amargarse—. Apenas puedes imaginar la compasión y contención que esto requiere. Él, que trae la respuesta de Dios para la humanidad, verá como esta es saqueada y rechazada, menospreciada y ridiculizada. Pero no puede desanimarse, ni perder su compasión por la humanidad y su fe en ella.

Tú que estás sentado en la cuneta de la vida y que apenas participas aquí, difícilmente puedes imaginar lo que significa venir al mundo con un regalo así y una tarea tan difícil.

El Mensajero está buscando a ciertas personas que estarán entre las primeras en responder. Para todos los demás, él debe esperar. No puede involucrarse ahí. Él llamará a ciertas personas a su propósito y destino mayores. Y algunas de ellas no responderán. Él tendrá que enfrentar una salud precaria y la falta de apoyo a lo largo del camino, porque su viaje ha sido muy demandante.

Todo esto es la realidad del Mensajero, oculta tras el velo de una apariencia corriente y una vida simple. Aquí no hay grandiosas afirmaciones personales. No hay intento de establecerse a sí mismo como alguien importante, grandioso y significativo. Solo el Mensaje y la Proclamación establecen quién es él, qué es y por qué está aquí. Él mismo no lo hará.

Ser el centro de atención de la adulación y la hostilidad de tantas personas sin duda no supone una perspectiva brillante y feliz. Traer algo puro y ver cómo es saqueado en el mundo es una expectativa descorazonadora —hablar y no ser escuchado; dar y que tu regalo no sea recibido; hablar de las necesidades de las personas y que estas se aparten; dar un regalo de promesa, poder, verdad e integridad y que este sea descartado; traer la gran Revelación al mundo y que las personas piensen que es meramente una enseñanza para su edificación, un recurso que pueden usar para aumentar su belleza o su importancia en el mundo.

Sin duda nadie quiere venir al mundo para tener que hacer todo esto. Es un viaje ingrato en el que uno será sin duda malentendido y malinterpretado. Pero el Mensajero viene, y debido a que ha sido contenido y ha tenido que llevar la carga durante tanto tiempo sin reconocimiento, él es humilde, fuerte y carece de arrogancia.

Él ve la locura de la humanidad. Ve la arrogancia de la humanidad. Pero en vez de condenar a todos y todo, él trae el regalo que puede restaurar en las personas su poder, su importancia y su propósito verdaderos en el mundo.

Este es el velo del Mensajero, pero también debe ser tu velo en menor medida según aprendes a recibir algo puro y hermoso y aprendes a ser capaz de presentarlo en el mundo sin enfado ni condena —siendo capaz de aceptar y encarar el rechazo, siendo capaz de buscar a aquellos que pueden recibir sin difamar a aquellos que no pueden, siendo capaz de hacer un viaje que no es obra tuya, sino que ha sido preparado para ti.

Porque todos los que asistirán al Mensajero y llevarán la Revelación al mundo en su forma pura tendrán que desarrollar este velo, este poder, esta presencia. Ellos también deben permanecer ocultos ante ciertas personas y en ciertos lugares. Ellos también deben mantener en sus corazones el Fuego del Conocimiento y no permitir que el mundo se lo quite y les explote. Ellos también tendrán que comprender el ejemplo del Mensajero, incluso mucho más allá de su vida, para ver su demostración, su relevancia e importancia para ellos y cómo deben aprender a estar en el mundo —un mundo de verdad y locura, un mundo de malentendidos y confusiones—. Aquí no necesitas un héroe al que venerar, pero necesitas un ejemplo que seguir.

Porque para comprender tu mayor propósito en el mundo debes entender las cosas de las que estamos hablando aquí hoy. La vida y la demostración del Mensajero te ayudarán, aun cuando no se te pide llevar una carga tan grande ni asumir un rol tan difícil y extraordinario.

Es la humildad del Mensajero y su fuerza y compasión lo que será evidencia de su propósito, su naturaleza y su rol mayores. Si esto puede reconocerse, su valor para el individuo —para ti— será inmenso, porque estas son cosas que estás llamado a hacer. Estas son cosas que puedes hacer y debes hacer, si quieres asumir una vida mayor en servicio a un mundo en necesidad.

Esto forma parte del regalo del Mensajero para ti —para ti que no eres meramente un consumidor de ideas, que no usarás la Revelación solo como un recurso para tus propias necesidades, sino que reconocerás tu responsabilidad de ayudarle a llevarla adelante en el mundo en su forma pura, sin enlazarla o unirla con otras cosas—. Solo entonces comenzarás a comprender plenamente el velo del Mensajero.