El barco


Como le fue revelado a
Marshall Vian Summers
el 28 de diciembre de 2013
en Boulder, Colorado, Estados Unidos

Texto original: The Ship

Escucha el audio original aquí (en inglés):

Descargar (cliquea en el botón derecho y selecciona “guardar enlace como”)

Más información sobre este texto


Lo que estás leyendo en este texto es la transcripción de la voz original de la Asamblea Angélica hablando a través del Mensajero Marshall Vian Summers.

Aquí, la comunicación original de Dios, que existe más allá de las palabras, es traducida al lenguaje y el entendimiento humanos por la Asamblea Angélica que supervisa el mundo. La Asamblea después entrega el Mensaje de Dios a través del Mensajero, tras lo cual es transcrito y puesto a tu disposición y a disposición de todos.

En este extraordinario proceso, la Voz de la Revelación está hablando de nuevo. La Palabra y el Sonido están en el mundo. Que puedas ser el receptor de este regalo de Revelación y puedas estar abierto a recibir su Mensaje único para ti y para tu vida.




Nota a los lectores:
Esta traducción fue provista a la
Society por estudiantes del Nuevo Mensaje que se han ofrecido voluntariamente a traducir el texto original en inglés. La publicamos en esta forma inicial para que todo el mundo tenga una oportunidad de interactuar con una porción del Nuevo Mensaje en un su propio idioma.

Tu vida es como un barco que navega por el mundo, que navega en el ambiente físico con todos sus desafíos e influencias, y que también navega en el ambiente mental con todos sus desafíos e influencias.

En este barco, tienes la embarcación, la tripulación y el capitán. Y más allá del capitán, tienes la Autoridad que dirige el barco, dándole un propósito, una dirección y un destino.

Con esta simple analogía, puedes empezar a verte a ti mismo más objetivamente, lo cual ahora es necesario. Porque está llegando un gran cambio al mundo, y las influencias en tus ambientes mental y físico te están reteniendo en gran medida.

Tu cuerpo es la embarcación física adaptada a su entorno, un instrumento maravilloso si es guiado correctamente. Puede navegar por todo el mundo si tiene un capitán sabio y una tripulación capaz. Requiere de muchas cosas para mantenerse a flote y debe ser atendido muy bien, de lo contrario podría fallar en alta mar con resultados desastrosos. No es perfecto, pero es capaz de logros maravillosos si se mantiene bien y se dirige adecuadamente.

Tu tripulación son tus pensamientos y emociones, lo que la mente produce para dirigir el cuerpo. Aquí tienes una tripulación funcional o una disfuncional, una tripulación fiel o una infiel, una tripulación competente o una incompetente. Y su competencia o incompetencia determinará hasta dónde puede llegar esta embarcación, cuánto puede resistir los vientos y las olas del mundo y lo bien que puede adaptarse a la presencia de otras embarcaciones y a los peligros que estas entrañan.

Luego está el capitán. El capitán eres tú. Es más grande que tu mente porque tú eres más grande que tu mente, que es la tripulación. Tú eres el capitán. Si no diriges esta tripulación correctamente, se volverá caótica y desordenada, todo comenzará a ser ineficiente y se producirá el colapso.

Más allá del capitán, está la Gran Autoridad que le da al barco su propósito, su destino y su carga. Tu tarea es llevar a cabo la misión que se le asigna a este barco en estas aguas, en este mundo. Sin el propósito mayor, bueno, el capitán y su tripulación no tendrán un mayor sentido de propósito, y el desorden llegará con toda seguridad.

Para que el capitán sea realmente el capitán, debe conocer el cargamento y el destino, así como todas las vicisitudes de la navegación en los grandes mares de la vida. Debe tener un pie en ambos mundos, como ves. Debe ser capaz de gobernar y dirigir el barco, y también de llevar a cabo el gran propósito del barco, de modo que pueda cumplir con éxito su viaje en la vida.

Te ofrecemos esta analogía para que puedas mirar tu vida con más objetividad y no te quedes sumergido en tus propios pensamientos y sentimientos hasta el punto de no poder ver nada.

Porque el capitán debe ser objetivo. Debe tener autoridad. Pues la Gran Autoridad no está manejando el barco en el día a día. No está ajustando las velas en el día a día. No está navegando las aguas en el día a día. Ese es el trabajo del capitán y de la tripulación. Ese es tu trabajo y el de tu mente.

Por tanto, no puedes ser pasivo y pensar que la Gran Autoridad va a manejarlo y dirigirlo todo, ya que no es así en absoluto, como ves. Ella te da dirección y propósito. Te da advertencias. Te indica las condiciones del mundo. Pero más allá de eso, eres tú quien debe navegar las aguas cambiantes, las condiciones variables, las tormentas y los peligros que todo esto implica.

El capitán debe tener autoridad sobre la tripulación, de lo contrario la tripulación caerá en el caos y se amotinará. Esta es la condición de la mayoría de las personas. No tienen control sobre su mente, sobre dónde va. Son llevadas de aquí para allá por sus pasiones y miedos o por las intenciones de otros. Están absortas en todo momento, porque no pueden enfocar sus mentes adecuadamente. No conocen la contención.

Pero en un barco en el mar debes tener una gran contención. No puedes dejarte llevar por las pasiones, las compulsiones y las adicciones, o el barco se hundirá y se perderá todo.

El capitán debe ser fuerte, claro y perspicaz con el entorno en todo momento. El capitán debe conocer las condiciones del barco y de la tripulación en todo momento. El capitán debe ver que el barco tiene ciertas necesidades básicas para mantener su estructura: su aparejo, sus velas… todos sus aspectos y todas sus provisiones. El capitán también debe proporcionar a la tripulación lo que necesita, que es estabilidad, certeza y dirección. Tú, como capitán, obtienes tu seguridad y dirección de la Gran Autoridad y de la base de tu propia sabiduría, guiado por el Conocimiento dentro de ti.

Todos tienen un barco, pero la mayoría de las personas nunca salen a navegar. Ni siquiera pueden salir del puerto. Siempre están en malas condiciones, incapaces de emprender un gran viaje. Sus tripulaciones están dispersas y fuera de control. No pueden funcionar en su verdadera capacidad. Entonces reina la confusión: la frustración, la adicción y la falta de confianza en uno mismo.

El mundo es un lugar peligroso para un pequeño barco de vela. Y las comodidades y la seguridad del puerto ya no pueden acompañarte una vez que zarpas. No puedes volver corriendo a la orilla por cada pequeña cosa que necesites. No puedes depender de otras personas. Debes saber lo que necesitas, y debes gobernar lo que tienes.

Esto es lo que significa ser una persona en el mundo que vive un propósito mayor. Tu vida no puede estar desordenada. Tus obligaciones no pueden ser determinadas por personas que no tienen dirección. Tus obligaciones deben estar alineadas con lo que realmente estás haciendo aquí. Y debes tener la libertad para seguir lo que es necesario para ti.

De lo contrario, no podrás ser el capitán de tu barco. Este será gobernado por otros. Será propiedad de la corporación, o de las autoridades del puerto. Estarás encadenado a los muelles para siempre, sin poder partir. Estarás perdido y varado en la orilla. Será una situación miserable para ti.

Por tanto, como capitán, tus oídos deben estar en el Cielo, pero tu mente debe estar en los asuntos del día. Debes ser espiritual y práctico a la vez. Debes ser realista en tus asuntos y en las condiciones que te rodean, pero siempre consciente de la dirección mayor que te está proporcionando la Gran Autoridad.

Aquí no puedes depender de las escrituras, ya que no pueden indicarte las condiciones cambiantes de este mar, mudables a cada momento. Pueden trazar un mapa del mundo, quizás, pero se necesita una mayor habilidad y sabiduría en el momento para navegar todo esto.

Por eso Dios te ha dado el Conocimiento para guiarte, ya que no puedes guiarte a ti mismo de forma efectiva. Debes ser el capitán de tu barco, o nunca podrás emprender tu mayor misión aquí. Debes tener autoridad y control sobre tu mente: dirigiéndola, conteniéndola, reteniéndola cuando sea necesario, proveyéndola en sus necesidades básicas, apreciándola, pero siempre manteniendo tu mayor autoridad sobre ella.

Qué gran desafío es este. Es un aprendizaje de por vida aquí mismo. En la actualidad, eres tan débil en este aspecto que no tienes noción de lo que significa estar realmente a cargo de ti mismo, de una manera que sea efectiva y compasiva, de una manera que te permita responder al poder del Conocimiento y al significado de tus relaciones.

Dios te ha dado una mayor misión, pero tú debes trazar el rumbo. El mundo está cambiando tan rápidamente que no puedes basar tus acciones en viejas suposiciones o en lo que se ha hecho antes. Debes trazar tu rumbo. Debes guiar a tu tripulación. Debes asegurarte de que tu barco tiene provisiones completas. Porque pasará mucho tiempo antes de que desembarques en la otra orilla, y debes ser capaz de sobrevivir y mantenerte en el proceso.

Aunque seguramente vives en tierra y estás rodeado de gente e infraestructura —tu nación, tu cultura y todas las cosas a las que estás acostumbrado—, aun así estás emprendiendo un mayor curso. Esto requerirá que traces tu camino y que te abstengas de entregar tu vida a personas y situaciones que no ofrecen ninguna promesa para ti.

Cuando te embarques, verás que tú estás partiendo mientras que otros no lo hacen, y que ya no estás realmente con ellos. Oh, sí, ellos están allí. Puedes verlos, pero ellos no se están embarcando, y tú sí. En este sentido se están quedando atrás, y debes dejarlos atrás en tu propia mente y honrar el hecho de que estás siendo llamado a algo mayor.

Es como si tu barco dejara el puerto y saliera a aguas abiertas, al gran panorama donde no hay desembarco posible a la vista.

Aquí tienes el Conocimiento para guiarte a ti y a tu tripulación, para servirte a ti y a tu vehículo, para llevarte hacia delante. Estás rodeado de gente, lugares y cosas, pero te embarcas en un viaje totalmente nuevo, en el que no puedes vivir tu vida de acuerdo a las viejas suposiciones. Porque el capitán del barco no puede confiar solo en las suposiciones. Debe responder a las condiciones cambiantes y adaptarse a ellas correctamente.

Aquellos que se hayan embarcado de la manera que hablamos se sentirán como un barco en el mar. Están yendo a donde otros no van. Están viendo las cosas de manera muy diferente a como lo hacían antes. Tienen que controlar su pensamiento y restringir sus tendencias para poder continuar. Tienen que ser sensibles a su entorno, a su condición física y a su compromiso con los demás en un grado mucho más alto que el de simplemente actuar de manera informal con la gente.

Ahora tienen un conjunto de requisitos mucho mayor, y deben ganar la autodisciplina y la confianza en sí mismos para seguir estos requisitos. Mientras los que permanecen atrás en el puerto están borrachos y entregados a sus vicios, sin un propósito ni dirección reales, el capitán en el mar debe estar siempre alerta, siempre vigilando la tripulación y el propio entorno; observando, no soñando o fantaseando, sino observando, buscando las señales del mundo, siempre consciente de la condición del barco y de la lealtad de la tripulación.

Para navegar, debes estar preparado. Tu barco debe estar capacitado. Tu tripulación debe estar unificada. Tus provisiones deben estar ahí. Te apoyas en el mundo. Te apoyas en la ciencia. Te apoyas en todo lo que sea práctico. Pero también te apoyas en el Misterio para que te diga cómo responder a las circunstancias impredecibles que seguramente encontrarás.

Trabajas ahora para la Autoridad Mayor que te ha dado este barco, que te ha dado este viaje, que te ha dado este mayor destino que te ha llevado lejos de la orilla. Sabes a quién sirves. Conoces tus deberes. No estás confuso al respecto. No eres un pirata que se sirve a sí mismo, asaltando otros barcos, robando lo que pueda, siendo un peligro en el mar.

Dios te ha enviado al mundo para llevar a cabo cosas específicas, y te ha dado el Conocimiento para darte la claridad de lo que debe hacerse y el poder para hacerlo, el poder de anular tu ambivalencia, tu debilidad y las persuasiones de los demás.

Vive solo para ti mismo y no conocerás nada de esto. Estarás atrapado en la orilla, yendo de taberna en taberna; serás un alma perdida e infeliz, que no quiere y no puede cumplir su mayor destino, buscando placer allí donde puede, pero nunca en paz consigo misma. Mirarás los barcos que zarpan y tu corazón se hundirá, porque tú mismo no puedes ir.

No permitas que este sea tu destino. Pero para escapar de esta prisión —la prisión de la orilla— debes tener una Autoridad Mayor que te guíe, y debes ser fuerte, organizado, vigilante y cuidadoso en todo lo relacionado con tu propósito y tu capacidad para ponerte en camino.

Aquí no puedes estar soñando. No hay pereza. No hay indolencia. No hay adicción. Tienes que dejar personas, lugares y cosas para poder partir. Eso es lo que significa ir realmente a alguna parte en la vida. Quédate donde estés cómodo, cálido y seguro, y nunca satisfarás la mayor necesidad de tu alma. Solo serás un espectador de la vida, atrapado en esta orilla con todos sus peligros y su corrupción.

Construyes tu vida aprendiendo a ser el capitán de este barco llamado tu vida. Para eso es realmente toda tu educación: para darte la estabilidad, la claridad y las relaciones que necesitarás para vivir esta vida mayor. Aquí tus aficiones y pasatiempos no son importantes. Aunque puedan darte placer en ocasiones, no pueden remplazar tus mayores responsabilidades.

Dios te ha dado el barco. Dios te ha dado la mente y la tripulación. Y Dios está reservándote tu mayor propósito y destino hasta que tu barco pueda zarpar y se haya liberado de los apegos de estar en la orilla y de los terribles compromisos que pueden retenerte allí.

Todo aquel que esté respondiendo a una llamada mayor en la vida sentirá que está partiendo, que está dejando atrás personas, lugares y cosas para adentrarse en nuevas aguas, teniendo que asumir una mayor responsabilidad, teniendo que ser realmente responsable de sus decisiones. Porque ahora es el capitán quien debe tomar las decisiones, confiando en su experiencia, su sabiduría y la guía del Cielo. Debe tomar las decisiones. No puede delegar en nadie, porque en el mar no hay nadie más en quien delegar.

Esta es la confianza en ti mismo que ahora debes tener, sin depender de tus creencias e ideas, ya que pueden ser incorrectas e incluso engañosas. Debes confiar en una experiencia más profunda, una mayor sabiduría práctica y un mayor discernimiento de ti mismo, de tu tripulación, de tu barco y de tu entorno cambiante.

No pienses que es una tarea demasiado grande para ti, porque fuiste diseñado para esto. Esta analogía e imagen que estamos pintando para ti es totalmente relevante para tu condición y para los desafíos y peligros que hoy enfrentas.

Aquí debes seguir lo que es fuerte dentro de ti y no lo que es débil. Aquí debes refrenarte una y otra vez para no caer presa de tus propias pasiones y de las persuasiones de otros. Aquí debes mantenerte apartado para construir tu fuerza, apartado de aquellos que son débiles y no están dispuestos a hacerlo, ya que no pueden ser tus compañeros ahora.

Dios te redime dándote algo importante que hacer y dándote el poder para ver lo que debes hacer y la fuerza para dejar la orilla —la orilla de tu pasado, la orilla del mundo indulgente y empobrecido, la orilla de las suposiciones fáciles y las alianzas débiles, la orilla de la complacencia, la conveniencia y la desilusión.

Dios te ha dado los Pasos al Conocimiento para que puedas construir tu fuerza y los Cuatro Pilares de tu vida: tu Pilar de las Relaciones, tu Pilar de la Salud, tu Pilar del Trabajo y el Aprovisionamiento y tu Pilar del Desarrollo Espiritual; todos ellos, no uno a expensas de los otros, sino todos ellos. Para ser el capitán de tu barco, para tener esta libertad, para emprender este viaje, para sentir esta realización, debes tener esta mayor responsabilidad y preparación. No hay otra manera.

Pero tu barco no viajará solo, ya que está destinado a unirse con ciertos barcos. Así que no atravesarás los grandes mares como un solo barco, sino como una pequeña armada, como ves; como un convoy. Este grupo viaja junto, pero cada barco debe ser capaz de hacerlo. Porque ahora todos son responsables ante los demás en su viaje. Su fracaso tendrá un impacto en el éxito de los otros, e incluso en su supervivencia.

Aquí se te da poder, pero también una gran responsabilidad. Aquí se te da compromiso con los demás, pero también grandes relaciones. Aquí tu barco se une con otros para hacer un mayor viaje. Aquí te unes con ciertas personas para llevar a cabo una mayor tarea en nombre de una mayor necesidad.

Esto es lo que te aparta de la orilla. A partir de entonces podrás visitar la orilla, pero no podrás vivir allí. Podrás servir en la orilla, pero no podrás convertirte en su residente permanente y enclaustrado.

Este es el significado mayor de Nuestras palabras, que compartimos hoy contigo.