Cómo lidiar con la ira y la frustración


Como le fue revelado a
Marshall Vian Summers
el 5 de agosto de 2008
en Seattle, Estados Unidos

Texto original: Dealing with Anger and Frustration

Escucha el audio original aquí (en inglés):

Descargar (cliquea en el botón derecho y selecciona “guardar enlace como”)

Más información sobre este texto


Lo que estás leyendo en este texto es la transcripción de la voz original de la Asamblea Angélica hablando a través del Mensajero Marshall Vian Summers.

Aquí, la comunicación original de Dios, que existe más allá de las palabras, es traducida al lenguaje y el entendimiento humanos por la Asamblea Angélica que supervisa el mundo. La Asamblea después entrega el Mensaje de Dios a través del Mensajero, tras lo cual es transcrito y puesto a tu disposición y a disposición de todos.

En este extraordinario proceso, la Voz de la Revelación está hablando de nuevo. La Palabra y el Sonido están en el mundo. Que puedas ser el receptor de este regalo de Revelación y puedas estar abierto a recibir su Mensaje único para ti y para tu vida.




Nota a los lectores:
Esta traducción fue provista a la
Society por estudiantes del Nuevo Mensaje que se han ofrecido voluntariamente a traducir el texto original en inglés. La publicamos en esta forma inicial para que todo el mundo tenga una oportunidad de interactuar con una porción del Nuevo Mensaje en un su propio idioma.

Todo el mundo experimenta ira y frustración. Existen muchas cosas que crean frustración y que generan ira. Ciertamente, las expectativas fallidas son una causa. Que tus deseos se vean frustrados o retenidos es otra causa. Y no querer o no poder expresar tus sentimientos más profundos es otra causa. Verás, cada una de estas tres causas puede ser mitigada y resuelta con el tiempo, a menudo con la ayuda de otros, y a veces con la ayuda de un profesional.

Ciertamente, que tus deseos se decepcionen es algo que puede ser moderado, dependiendo de cómo te relaciones con tus propios deseos y cuán auténticos sean realmente esos deseos. ¿De dónde vienen dentro de ti? ¿Son meras apetencias? ¿Son necesidades emocionales o apegos? ¿O representan una necesidad más profunda dentro de ti?

Ver defraudadas tus expectativas es simplemente parte de la vida. Hay muchas cosas que no son tan maravillosas como tú esperas que sean. La emoción de la propiedad, por ejemplo, dura muy poco y pronto es reemplazada por la carga de la propiedad. El amor y el romance pueden ser rápidamente reemplazados por la dificultad de establecer una relación honesta y significativa con otra persona, basada en un propósito superior en la vida y en la compatibilidad personal. Ciertamente, tus expectativas de ti mismo serán decepcionantes, pues te encontrarás incapaz o reacio a cumplir con dichas expectativas.

Por tanto, que tus expectativas sean defraudadas es simplemente parte de la vida, y puede ayudarte mucho a madurar si entiendes esto correctamente, si puedes reevaluar tus propias expectativas para ver qué es en verdad realista y qué no, qué se puede cumplir realmente y qué no. Y, ¿representan estas expectativas simplemente las fascinaciones o fantasías de la mente, o representan necesidades psicológicas o emocionales más profundas o, incluso más allá de esto, una necesidad más profunda del alma?

La dificultad para expresar los sentimientos propios es generada por muchas fuerzas: inhibición dentro de uno mismo, condicionamiento social, responsabilidad social. Se necesita toda una vida para aprender a reconocer, experimentar y expresar constructivamente las experiencias propias más profundas. Si bien tu cultura puede requerir que te comportes de una manera civilizada y agradable, eso no refleja tu experiencia más profunda. Por ello, uno debe encontrar formas de aprender a reconocer la experiencia propia más profunda y formas de expresarla de manera constructiva.

Pero en nuestro discurso de hoy vamos a hablar de una causa más profunda de la ira y la frustración, una causa más profunda que no puede resolverse simplemente trabajando con la psicología y dinámica personal de uno mismo. Pues aunque puedes moderar tus expectativas, puedes moderar tus deseos y puedes aprender maneras constructivas de expresar los sentimientos más profundos con otras personas o a ciertas personas, queda una causa más profunda para la ira y la frustración. Si no reconoces y abordas esta causa más profunda, bueno, tendrás que vivir continuamente con una falta de satisfacción y reconocimiento a un nivel más profundo. Y esto producirá un tipo muy irracional de ira y frustración.

Aunque hayas aprendido a estar en la vida con muy pocas expectativas, incluso si eres muy abierto y adaptable, todavía tendrás esta necesidad más profunda, este problema más hondo que abordar. Aunque hayas aprendido, con el tiempo y a través de situaciones de aprendizaje difíciles, cómo reconocer y expresar tus emociones más profundas a ciertas personas de una manera constructiva, todavía tendrás esta necesidad más profunda, esta frustración más profunda dentro de ti. Aunque hayas moderado tus actitudes y creencias, aunque te hayas vuelto muy flexible y compasivo, muy tolerante —todos ellos aspectos importantes, por supuesto—, aunque hayas desarrollado todo esto con el tiempo y con mucho esfuerzo, todavía tendrás esta necesidad más profunda, esta frustración más honda y una causa más profunda para la ira.

Por tanto, si bien es importante abordar el problema de la ira y la frustración al nivel de tu dinámica y psicología personal, al nivel de tus deseos y expectativas y de la necesidad de expresarte de manera efectiva con otras personas, aquí existe una llamada más profunda.

Si no estás viviendo la vida que realmente debes vivir, estarás insatisfecho. Aun cuando hayas creado circunstancias idílicas, aunque te hayas posicionado para una vida de gran comodidad y placer estético, estarás muy insatisfecho. Si no estás viviendo y haciendo lo que viniste a vivir y a hacer aquí, entonces la mejora de tu entorno o la manipulación de tu psicología no bastarán para contrarrestar la profunda insatisfacción y frustración que sentirás con tu vida.

Aquí debe haber una mayor honestidad. Puedes afirmar que estás viviendo un propósito mayor, que realmente estás haciendo lo que viniste a hacer aquí. Puedes decirte esto a ti mismo. Puedes asegurárselo a otras personas. Puedes persuadirte a ti mismo con una creencia al respecto. Pero si estás constantemente frustrado, fácilmente irritable, fácilmente molesto, entonces puedes estar seguro de que hay una necesidad más profunda dentro de ti que está siendo desatendida.

El primer paso aquí es reconocer que viniste al mundo con un propósito superior. No apareciste aquí simplemente un buen día, en una especie de accidente biológico o percance cósmico; no estás aquí simplemente por casualidad. Existe un propósito superior para que estés aquí. Pero este propósito se guarda en lo más hondo de ti, en una conciencia más profunda.

No puedes descubrirlo con tu intelecto. No es una creencia o un conjunto de creencias. Si eres realmente honesto contigo mismo, debes reconocer realmente que no sabes lo que es. Tal vez hayas dado pasos en la dirección correcta. Tal vez se hayan establecido ciertas cosas en tu vida. Tal vez hayas hecho un verdadero progreso. Pero no puedes decir de forma definitiva lo que es, porque no es una definición. No es una idea. No es una creencia. No es una declaración.

Si te estás moviendo en la dirección correcta, sentirás una resonancia más profunda dentro de ti. Si no, sentirás una disociación contigo mismo, una especie de gran muro entre tu mente consciente y tu realidad más profunda.

Y aunque puedes intentar permanecer estimulado en el exterior —preocupado con una vida ajetreada, con una  implicación excesiva con otras personas, con una agenda llena— todavía te enfrentas a este muro interior. Es como si estuvieras viviendo en la superficie de la mente y no tuvieras idea de lo que existe por debajo.

Esta es la tragedia para muchas personas. Ellas están trabajando muy duro para tener una buena vida. Están esforzándose mucho para intentar adquirir relaciones, posesiones y oportunidades para sí mismas. Sin embargo, no han atravesado esta gran barrera en su interior que les impide sentir, conocer y experimentar un movimiento y una dirección más profundos en sus vidas.

Entonces, incluso si ellas son exitosas en términos mundanos y han logrado muchas de sus metas, y han sido exitosas donde otras personas han fracasado, y han logrado estabilidad financiera o incluso riqueza, ellas son unas desconocidas para sí mismas. Ellas piensan que son sus mentes, sus pensamientos, sus creencias, sus actitudes y sus aspectos psicológicos. Se identifican con la superficie, pero no tienen un sentido real de sí mismas.

Así que, no importa lo que ellas adquieran para sí mismas, sus placeres son pequeños y su frustración es grande, y trabajan como esclavas para tener esas cosas. Y, como suele ser el caso, son deshonestas consigo mismas y con otras personas para intentar sacar ventaja, para tratar de lucir bien, para tratar de ganar la aprobación y el favor ajenos.

Como resultado, su vida es una especie de farsa. No es auténtica. Es toda apariencia. Ellas se identifican con sus posesiones, con su casa, con su trabajo, con su posición social. No tienen un sentido real de sí mismas y, lamentablemente, esto limita en gran medida su capacidad de experimentar cualquier tipo de afinidad con alguien o algo en la vida.

Por tanto, están viviendo en una especie de burbuja, una burbuja que se ve fácilmente amenazada por un mundo cambiante y por los grandes cambios que se avecinan en el futuro. Su felicidad es intermitente, de corta duración y se ve constantemente afectada por la vida a su alrededor.

Incluso si han adoptado un rostro y un comportamiento felices, en su interior hay una frustración turbulenta. Están luchando contra la depresión. Están luchando contra un conflicto interno para ponerle una cara feliz al mundo, porque no han conectado realmente con quiénes son, con por qué están aquí en el mundo y con la dirección más profunda que sus vidas están destinadas a seguir y siempre estuvieron destinadas a seguir.

Si las personas eligen otro camino, finalmente se pierden tanto que encontrar el camino de regreso parece casi imposible. Pero Dios ha puesto una Inteligencia más profunda dentro de cada persona, una Inteligencia llamada Conocimiento. Y esta  Inteligencia conoce el camino de regreso, porque nunca te dejó y aún posee tu propósito superior en la vida. Incluso si tienes noventa años y has vivido toda una vida, todavía sigue guardando un propósito superior para ti.

Pero a medida que envejeces, tendrías que estar dispuesto a dar marcha atrás. Tendrías que estar dispuesto a deshacer lo que has creado. Tendrías que estar dispuesto a desafiar y cuestionar, e incluso a abandonar creencias y actitudes arraigadas. Tendrías que cambiar tu posición con tus amigos y tu familia, quienes pueden no entender, reconocer o apoyar en absoluto tu intento de recuperar una verdadera conexión con tu vida más profunda. Es muy difícil entonces. No imposible, pero difícil.

Es como el juego de frío o caliente. Si eres honesto contigo mismo, tu vida se vuelve más cálida y resonante. Si continúas manteniendo ideas falsas sobre ti mismo y te entregas a cosas que no conducirán tu vida en la dirección en la que debe ir, tu vida se volverá cada vez más fría. Serás más esclavo de tus deseos. Estarás más molesto con el mundo,  más molesto con otras personas y más molesto contigo mismo.

El Conocimiento dentro de ti puede traerte de vuelta, pero llevará tiempo. Y no será fácil, porque tienes que deshacer mucho, tanto en tu vida exterior como en tu propia mente. Esto requiere coraje, fuerza y ​​determinación. Debes enfrentar la adversidad y el desacuerdo de otras personas. Debes enfrentar la incertidumbre dentro de ti. Dudarás de ti mismo, preguntándote si te estás volviendo loco.

«¿Qué estoy haciendo con mi vida que no quiero hacer las cosas que he estado haciendo? No quiero hacerlas nunca más. Estoy cansado de relaciones superficiales y sin sentido. Estoy cansado de ser un esclavo, intentando adquirir cosas de poco valor. Mi alma esta hambrienta. Está necesitada. Necesita conexión real con las personas. Necesita una vida significativa y yo no estoy viviendo esa vida. Mi vida es una farsa. Es un acomodo a otras personas. Es un sacrificio en aras de la riqueza, la belleza o la ventaja».

Hay un reconocimiento realmente difícil aquí, cuando comprendes que tu vida realmente no es lo que debe ser. No estás viviendo la vida que estabas destinado a vivir. No estás siendo veraz contigo mismo. Te has alejado mucho, y ahora debes encontrar el camino de regreso.

Te has perdido en el mundo. Te ha capturado. Te ha condicionado. Te ha persuadido para ser de cierta manera, para actuar de cierta manera, para comportarte de cierta manera, para cumplir con ciertos requerimientos sociales, para cumplir con las expectativas de tu familia, o de tu cultura, o de tu religión, o de todo a la vez. Y te sientes perdido.

De alguna manera, ya no puedes quitarte de encima este sentimiento. No puedes perderte en la estimulación constante. No puedes perderte en tu trabajo. No puedes perderte en la búsqueda del romance. No puedes perderte en tus pasatiempos o fascinaciones, porque básicamente no estás bien contigo mismo. Y si no estás bien contigo mismo, no estás bien con las personas con las que te encuentras. No estás bien con tus circunstancias. Todo está desincronizado porque tú estás desincronizado.

Y estás frustrado. Y tienes un tipo de ira que no parece guardar relación con nada en particular. Puede ser estimulada por la decepción. Puede ser estimulada por tu incapacidad para expresarte. Puede ser estimulada por la decepción en el mundo. Pero, realmente, es otra cosa. Es algo más fundamental y más extenso dentro de ti.

Puedes decirte a ti mismo, «Bueno, estoy viviendo una vida maravillosa. Tengo muchas ventajas, o al menos estoy mejor que esa gente de allá. Me podrían estar pasando muchas cosas peores, así que debería dar gracias. Debería estar agradecido». Pero, por dentro, realmente falta algo. Y no puedes convencerte de lo contrario, porque no estás bien contigo mismo. No estás viviendo la vida que estás destinado a vivir.

Mientras otras personas parecen estar contentas o, tal vez dicho más correctamente, resignadas a sus circunstancias, parece que tú ya no puedes hacer eso. No puedes simplemente resignarte y decir: «Bueno, realmente está bien. Así es la vida. Es lo que debo hacer», porque eso no es honesto. No importa que todo el mundo parezca estar bastante satisfecho. Se trata de tu propio reconocimiento dentro de ti.

Es como si Dios te hubiera enganchado y tú fueras un pez; y lleva mucho tiempo sacarte, porque estás muy lejos. Eres muy resistente. Estás peleando y luchando, y Dios está tirando de ti. Pero tú estás peleando y luchando, y estás intentando ir a otro lado. Estás demasiado comprometido con una vida que no es realmente tu verdadera vida.

Es muy importante aquí llegar a enfrentar esto, porque la vida en el exterior seguirá siendo frustrante y decepcionante. Y seguirás teniendo dificultades para expresarte con otras personas. Pero debes aceptar esto y enfrentarte a esta pregunta: «¿Estoy realmente viviendo la vida que debo vivir? No la que yo quiero vivir, sino la que estoy destinado a vivir, la que debo vivir».

Si no estás seguro, necesitas seguir preguntando. Pregúntate: «¿Estaré contento de vivir el resto de mi vida bajo estas circunstancias, con el entendimiento y los valores que tengo en la actualidad?». Realmente es hacer la misma pregunta, pero usando diferentes palabras. «¿Estoy cumpliendo realmente con mis mayores habilidades y potencial aquí? ¿Estoy realmente haciendo lo que Dios me envió a hacer al mundo? ¿Estoy realmente comprometido con las personas adecuadas? ¿Estoy realmente en el lugar correcto, ocupado en las actividades correctas?».

Todas estas preguntas son muy similares, porque intentan penetrar en una realidad más profunda dentro de ti y plantean interrogantes esenciales sobre tu vida. Es posible que no tengas una respuesta a estas preguntas de inmediato, pero el hecho de que las hagas y continúes haciéndolas es lo importante.

Estas no son preguntas que sean juegos intelectuales. No son preguntas que puedas responder simplemente con una declaración, una frase o una definición. Son indagaciones. Son exploraciones.

Es como si estuvieras buscando oro. Las pepitas no están asentadas en la superficie, simplemente listas para que las recojas. Tendrás que cavar por ellas. Aquí tienes que cavar dentro de ti mismo. Reserva un tiempo de tu ocupada y sobrecargada agenda y comienza a preocuparte por este tipo de preguntas.

Así pues, lo primero que debes entender es que naciste con un propósito superior. Lo segundo que debes entender es que el Conocimiento, esta Inteligencia más profunda que Dios ha puesto dentro de ti, conoce este propósito y lo está guardando para ti, esperando el momento en que lo desees y ayudándote a prepararte para él, guiándote y protegiéndote para este propósito mayor.

Esto no es una comprensión intelectual. No caminarás todos los días teniendo la firme convicción y creencia de que sabes por qué estás aquí y qué estás haciendo, porque no es así. Tienes que vivir esto. Se revela a medida que lo vives. Las personas quieren la respuesta antes de hacer la investigación. Quieren saber cuál será el resultado antes de implicarse. No es así.

Es como emprender un viaje, un viaje que no creaste por ti mismo, un viaje que ha estado esperando por ti durante mucho tiempo. Tú lo emprendes porque debes saber la verdad sobre tu vida.

Quizá hayas saboreado suficiente dolor y placer en este mundo para comprender que son solo sabores, y que estos no representan quién y qué eres realmente; que no puedes satisfacerte con lo que otras personas intentan usar para satisfacerse; que no estás en el mundo para ser simplemente un consumidor, una langosta sobre el mundo, devorando todo lo que está a la vista; que realmente hay un propósito mayor para tu venida y tu presencia aquí.

No descubrirás todo esto de una vez. Lo descubrirás por etapas. Y cada etapa requerirá que ajustes tu vida, tus expectativas, tus deseos y tu intento de comunicarte con otras personas.

Hasta que realmente tengas una experiencia más profunda de ti mismo y de tu propósito superior aquí, ni siquiera tus emociones tendrán algún sentido para ti. Ni siquiera sabrás lo que quieres comunicar a las personas. No puedes solo comunicar frustración. Eso es algo destructivo; es desagradable. No puedes ir gritando a la gente porque te has dado la libertad de expresar la ira y la frustración. Eso no funcionará.

Así que tienes que hacer este trabajo interno, como ves, porque si no lo haces, simplemente serás una persona enojada y frustrada, seas rico o pobre. Y tu ira se proyectará sobre el mundo, sobre otras personas, sobre los gobiernos, sobre la política, sobre la religión, atacando aquí y allá cuando, por dentro, básicamente no estás bien contigo mismo, viviendo una vida que no es real, viviendo una vida que es un acomodo a otros, un compromiso.

Por supuesto, estarás frustrado. Por supuesto, estarás enfadado. ¿Cómo podrías estar de otra manera? No puedes simplemente meditar todo el día y estar en paz si no estás bien contigo mismo.

Estar bien contigo mismo es tener una experiencia continua, una experiencia continua de estar conectado a un movimiento más profundo en tu vida. No es simplemente un ejercicio psicológico con el que manipulas tu pensamiento o tus emociones y, de repente, te encuentras en un lugar tranquilo y agradable. Y no importa si alcanzas un estado de paz en alguna otra realidad pero, no obstante, sigues siendo incapaz de funcionar aquí con éxito. ¿Qué diferencia hará eso?

Meditas durante horas cada día y entras en un maravilloso estado de quietud y sosiego, y estás muy abierto, pero tan pronto como regresas, bueno, sigues teniendo la misma personalidad frustrada; enfrentando la decepción, teniendo dificultades para comunicarte con otras personas, teniendo expectativas fallidas, deseos fallidos, comunicación fallida. Tú tienes todos estos problemas, como ves.

Por tanto, si te está yendo bien en algún otro nivel de conciencia, bueno, si realmente eso no se está traduciendo en una mayor habilidad aquí, ¿qué diferencia hace? ¿Vas a retirarte al monasterio por el resto de tu vida? ¿Intentarás vivir en la dicha? No viniste aquí para eso.

Lo que se presenta aquí es esencial para tu sentido de bienestar, para tu sentido de integridad, para tener una experiencia real de ti mismo y un sentimiento de que tu vida se está moviendo en una dirección mayor. Las personas no han tenido esta experiencia lo suficiente como para verla realmente en contraste con todo lo demás que hacen.

Si nunca has experimentado que tu vida se mueva realmente en una dirección mayor o más profunda, entonces solo intentarás vivir tu vida según tus deseos y apetencias y los deseos y apetencias de otras personas. Estarás feliz de ser parte de la manada y vivirás tu vida comiendo pasto.

La causa del sufrimiento a un nivel más profundo, a un nivel más fundamental y no simplemente en la superficie, tiene que ver con la incapacidad o falta de disposición para explorar y enfrentar la realidad y el propósito superior de la vida.

Se podría decir que el sufrimiento es el resultado del apego. Bueno, el apego a las cosas externas crea sufrimiento, pero esta no es la respuesta completa. Ser más desapegado puede hacerte un poco más libre, pero no responde a la pregunta fundamental de quién eres y por qué estás aquí, qué estás haciendo y a qué te estás entregando.

No puedes simplemente retirarte del exterior buscando la paz, porque, al nivel de tu alma, la necesidad de tu alma seguirá desatendida. Seguirás descontento. Seguirás frustrado. Y tu deseo de paz es como una especie de escape.

Todo el trabajo que se hizo para traerte al mundo es considerable. Tenerte aquí y simplemente querer irte no cumple tu propósito, ni el propósito de quienes te trajeron aquí. Has sido enviado al mundo para dar regalos específicos dentro de situaciones específicas, involucrando a ciertas personas. Si solo quieres escapar, ser feliz, estar en paz, evitar los desafíos y las dificultades de la vida, entonces no estás cumpliendo tu propósito.

Podrás estar en paz cuando dejes este mundo. Pero has venido aquí para contribuir, para servir, no solo para invertir en tu propia felicidad. Y qué deshonesto te volverás contigo mismo en tu búsqueda de la felicidad. Solo querrás ver ciertas cosas. Solo querrás escuchar ciertas cosas que apoyen tu búsqueda de la felicidad. No querrás ver sufrimiento. No querrás ver conflictos. No querrás ver la mayoría de las realidades de la vida aquí. No querrás enfrentarte a las preguntas realmente difíciles de tu vida. No querrás tener que hacer ningún trabajo real dentro de ti mismo ni trabajar en el mundo, buscando ahora únicamente un alivio.

No es por eso que estás aquí. No malgastes tu vida intentando asegurar la felicidad a expensas del propósito superior que te ha traído aquí, porque no encontrarás esa felicidad. Y el fracaso te seguirá como una sombra. Y la ira y la frustración serán tus compañeras.

Dar los Pasos al Conocimiento es emprender el viaje de retorno, comenzar a regresar, encontrar el camino de vuelta a lo que es esencial, a lo que es real. Y tendrás que hacer este viaje de regreso, porque no basta con tener solo respuestas o explicaciones.

Tendrás que deshacer hasta cierto punto lo que has creado, porque ello te ha alejado de ti mismo y de este propósito mayor que corre como un hilo a través de tu vida. Tú no puedes cambiar este propósito. La forma en que se expresará en el mundo depende de muchas cosas, entre las cuales no es secundario lo que reconoces que es importante y lo que sigues en la vida.

Así que tienes un destino aquí. Esto no significa que todo lo que te suceda represente el destino, o que suceda con un propósito. Eres tú quien tiene el propósito, no los acontecimientos. Das vida a los acontecimientos con el propósito que les das, no con el propósito que crees que tienen para ti.

Muchas personas están confusas al respecto. Dirán que todo lo que sucede en la vida sucede con un propósito. Eso suena muy edificante. Suena muy espiritual pero, en realidad, no es cierto en absoluto. Las cosas pasan. ¿Cuál es tu propósito?

Tu propósito determina lo que valoras. Determina lo que buscas dentro de ti mismo y en otras personas. Determina lo que investigas y buscas en la vida. Determina cómo te evalúas a ti mismo y a otras personas. Determina cómo evalúas tus circunstancias y el mundo en su conjunto.

En esencia, solo tienes dos opciones con respecto a tu propósito. Tienes el propósito real, que aguarda a ser descubierto, experimentado y expresado en tu vida, y luego tienes todos los demás sustitutos. Y existe una gran variedad en estos sustitutos; pero, esencialmente, todos son intentos de hacer otra cosa, de ser otra cosa, de tener otra cosa. Entonces, si bien se ven muy diferentes entre sí, en realidad son todos iguales y conducen al mismo tipo de sufrimiento y disociación dentro de ti.

Las personas pueden decir, «Oh, bueno, soy un soldado», o «Soy un artista», o «Soy un músico», o «Soy un político», o «Soy un agricultor», o «Soy un empresario», o «Soy un médico», lo que sea. Hay una larga lista. La pregunta sigue siendo: «¿Es esto realmente lo que viniste a hacer aquí?». Si es así, estás en el camino correcto. Si no es así, te estás engañando a ti mismo y cediendo tu vida.

Aquí no hay regateos con la realidad. No puedes entablar un acuerdo con el Conocimiento. «Bueno, te daré un poco si me das estas cosas que quiero». No sucede así. No puedes hacer un trato. Puedes conectarte con tu vida interior, aprender a seguir sus instrucciones y dar los Pasos hacia el Conocimiento, o bien puedes intentar seguir con tu búsqueda desesperada de realización personal, tratando de hacer que la Separación funcione, tratando de crearte a ti mismo, añorando entretanto lo que ha sido creado dentro de ti y para ti.

Esta es la gran receta. No es como tomar una pastilla para sentirte mejor durante unas horas. No es simplemente adaptarte al mundo de tal manera que te moleste menos. Puede ser necesario, por supuesto, hacer esas cosas, pero son temporales. Solo tienen un éxito parcial. Todavía tienes grandes preguntas con las que lidiar, preguntas que no puedes responder y con las cuales tienes que vivir.

Porque la respuesta a estas preguntas es elegir una dirección en la vida, vivir esa vida y llevar esa vida, paso a paso. Esa es la respuesta. No es proclamar que estás viviendo tu propósito superior o «Esto es lo que realmente soy. Esto es lo que estoy destinado a ser». La gente hace eso todo el tiempo, y es solo otra forma de desviación y autoevasión.

Cuando realmente conectes con la corriente más profunda de tu vida, será muy misterioso. No puedes definirla. Dices: «Bueno, sé que debo hacer algunas cosas», o «Siento que debo ir a este lugar», o «Realmente siento que necesito estar aquí haciendo lo que estoy haciendo», y no puedes explicárselo a la gente. No puedes asignarle un objetivo elevado o una definición sublime. Simplemente, estás dando los siguientes pasos que debes dar. Y lo estás haciendo lo mejor que puedes.

Esto es así porque es un misterio. El intelecto tendrá que seguir adelante y aprender a confiar en esto. Ahora no tiene el control. Tú tendrás que controlar tu vida exterior y tus emociones en gran medida, pero estarás viviendo una vida más grande, una vida más allá del alcance del intelecto.

Algunas personas no pueden hacer esto. Todo tiene que ser entendido. Todo tiene que estar controlado. Todo tiene que encajar en definiciones. Ellas son esclavas de sus mentes, de sus creencias, motivadas ​​fundamentalmente por la inseguridad, incapaces o reacias a enfrentar el misterio y la incertidumbre de la vida, reacias a correr riesgos, reacias a hacer nada valiente. Ellas viven como en una colonia de topos. Simplemente, cavarán un hoyo y vivirán allí; sacarán la cabeza de vez en cuando para mirar a su alrededor, y después regresarán al hoyo.

Tienes la libertad de vivir una vida mayor y tienes la libertad de vivir una vida menor. Pero si eliges vivir una vida menor, no esperes satisfacción. No esperes armonía dentro de ti. No esperes estar en relaciones realmente significativas con otras personas. No esperes que tus placeres y disfrutes sean duraderos, ni siquiera algo más que momentáneos. No pienses que la adquisición de posesiones, riqueza, personas o poder satisfará realmente algo dentro de ti.

La vida será un intento desesperado y frustrante, con momentos de placer y alivio aquí y allá. Eso es lo que puedes esperar. Si eso te parece bien, entonces puedes elegir la vida menor y no será tan decepcionante para ti.

Pero si buscas relaciones reales con los demás, si buscas encontrar tu propia fuerza y ​​capacidad, si buscas cumplir tu mayor destino aquí, entonces estarás eligiendo un camino muy diferente. Y es este camino diferente el que contiene toda la promesa de tu vida.