Como fue recibido por
Marshall Vian Summers
en enero 21, 2008

Escuchar el audio original de la revelación, en inglés:

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El miedo a la muerte es un miedo muy generalizado. Suscita ansiedad sobre el futuro, sobre la posibilidad de pérdidas futuras. Genera un énfasis excesivo en la protección y la seguridad personal. Eso condiciona la percepción de las personas, cómo ven su vida, su futuro y el mundo entero. Es el gran precio de la consciencia. Y con el miedo a la muerte viene la perdida de la paz y la ecuanimidad.

Este es el gran precio de ser consciente del futuro de uno, y de ser consciente del proceso de la vida y la muerte. Los animales, sin duda, tienen precauciones instintivas y emprenderán acciones evasivas ante una amenaza inmediata. Pero ellos no están preocupados por su futura muerte ni por las innumerables posibilidades de lo que podría ocurrirles.

Esta es la carga de la consciencia de la vida y la muerte. Es el precio que uno paga por tener una mayor consciencia en un mundo cambiante. Es la dificultad que un ser eterno debe afrontar al vivir en una realidad temporal.

Gran parte de lo que enfatiza la religión tiene que ver con la realidad de la muerte, el significado de la vida después de la muerte y cómo uno puede resolver este conflicto fundamental, esta paradoja fundamental entre la realidad de la vida espiritual interior y la mortalidad de uno en el mundo.

Este ha sido el punto focal de la religión, la filosofía, las ciencias sociales, el pensamiento humano y la preocupación humana. Ha sido la fuente de un enorme sufrimiento. Es lo que ha impedido a las personas vivir el momento, estar presentes en el momento y hallar la voz más profunda que Dios ha puesto dentro de ellas para guiarlas, protegerlas y conducirlas hacia sus mayores logros en la vida.

La parte de ti que ha nacido en el mundo, que está condicionada por el mundo y está educada por el mundo, teme constantemente a la muerte, y no solo a la pérdida de tu vehículo físico, tu cuerpo físico, sino a la pérdida de todo lo que valoras: la perdida de tu riqueza, la perdida de tus privilegios, la perdida de tu poder, la perdida de tu autodeterminación, la perdida de tus relaciones, la perdida de tu hogar, la perdida de tus posesiones. Esto es tan predominante que condiciona y determina cómo vivirán las personas, cómo responderán al mundo, qué harán y qué no harán para prepararse para el futuro.

El énfasis en la muerte está a todo tu alrededor —en los medios de comunicación, en los reportes de eventos terribles por todo el mundo, en la preocupación de la gente rica por su salud y su supervivencia física, y en los grandes peligros que un número cada vez mayor de personas pobres en el mundo deben afrontar en relación con su propia falta fundamental de seguridad y de provisión de recursos vitales.

Vale decir que las personas están más enfocadas en la muerte que en la vida. Ellas ya están más muertas que vivas. Es por eso que su mente mundana es impulsada constantemente por la necesidad de tener cada vez más y más, más allá incluso, de cualquier adquisición o provisión razonable, intentando calmar la ansiedad, la inseguridad que es tan sustancial a vivir en una realidad temporal. Las personas tienen tanto miedo a morir porque piensan que lo están perdiendo todo, independientemente de sus creencias y confirmaciones religiosas. Ellas piensan que lo están arriesgando todo como si no hubiera nada al otro lado o fuese a ser muy decepcionante, muy insignificante, comparado con lo que ellas tienen ahora.

La realidad de la muerte afecta tanto a las personas, incluso a un nivel inconsciente, que les resulta realmente difícil experimentar la vida. Ellas están muriendo mil y diez mil veces más por sus preocupaciones y ansiedades, por su aprensión, por su terror, por su negación, por su evasión, por su consumo compulsivo. Están muriendo una y otra vez, como si la vida no fuese más que simplemente tratar de mitigar la inevitable muerte.

Pero verás, fuiste enviado al mundo con un propósito mayor, y este propósito mayor es lo que ilumina tu vida, lo que le da su valor y significado, propósito y dirección. Quienes te enviaron aquí saben que esto es como un período de servicio, es temporal. Y es importante que la vida en lo físico sea temporal porque es fundamentalmente difícil.

Aunque adquieras tanta riqueza que nunca veas la evidencia del sufrimiento humano y la muerte, lo cual sería una existencia bastante absurda, aunque condiciones tu mente a pensar de tal manera que la ansiedad sobre la muerte y la pérdida tenga un impacto mínimo sobre ti, aún sigues viviendo en un entorno muy comprometido —un entorno de cambio constante, adaptación constante, constante resolución de problemas, constante renegociación de lo que debes hacer, a dónde debes ir, cómo estar con la gente, cómo estar con las situaciones, cómo estar contigo mismo.

Para el alma, es como un período de servicio. Es como una misión. Es como ir de un lugar maravilloso a un lugar difícil para hacer una contribución. Eso es, para tu alma, lo que es estar en el mundo. Debido a que vives en tu mente —la cual ha nacido en el mundo, condicionada por el mundo e identificada con el mundo—el espectro del cambio, el espectro de la pérdida, todas las realidades de la vida que pueden amplificarse tanto aquí, ahora dominan tu mente. Y la tristeza, la pérdida y el dolor son inevitables aquí.

Si realmente intentas no tener miedo, ¿cómo podrás amar algo, a alguna persona, algún lugar, a la naturaleza, alguna posesión, alguna experiencia? Todos ellos son temporales, como ves. En algún momento ya no los tendrás más, al menos no aquí. Y en cuanto a tus relaciones, sin duda las encontrarás de nuevo, pero bajo circunstancias muy diferentes, y no sabrás cuáles son.

Lo que te devuelve a la vida es el Conocimiento dentro de ti, la Mente mayor que el Creador te ha dado y el propósito por el cual has venido, que está almacenado de forma segura en el Conocimiento dentro de ti, y que surgirá gradualmente al empezar a moverte en una verdadera dirección en tu vida.

No es que la conciencia de la muerte o la ansiedad por la muerte desaparezcan aquí por completo. Es que son eclipsadas por algo mucho más significativo, mucho más importante. Porque sin este propósito mayor, sin esta mayor Inteligencia dentro de ti, la vida entonces se vuelve una lucha por la supervivencia, un intento desesperado por asegurar y mantener placeres temporales, una búsqueda de poder, una lucha, una competición.

Como sea que la mires, no tiene esperanza. Es fundamentalmente miserable. Es fundamentalmente insegura. Está fundamentalmente llena de ansiedad. Puedes fingir y tratar de mantener todo esto a raya, creyendo y complaciéndote en lo que quieres, en lo que tienes y en la perspectiva de tener más, etc. Pero en tu interior, huyes asustado. Huyes descontrolado, intentando mantenerte un paso por delante de la verdad y de la realidad dentro de ti.

Por eso la gente no puede estar quieta. Por eso la gente necesita estimulación constante. Por eso las personas necesitan estar ocupadas cada momento de vigilia para no tener que sentir su condición. Incapaces ahora de estar consigo mismas, incapaces ahora de estar realmente con nada, deben correr de una cosa a otra. Deben estar constantemente enfrascadas en conversaciones y deben tener una estimulación constante.

Esta es realmente la señal de la desesperación, ya sea una persona rica o sean pobres. Ellas están huyendo desesperadamente de sí mismas. Y debido a esto, huyen de lo único que podría salvarlas, servirlas, fortalecerlas y darles el gran antídoto contra el miedo.

El Conocimiento en tu interior, la Mente más profunda dentro de ti, que representa tu realidad verdadera y permanente, no tiene miedo. No obstante, tiene una preocupación y es que tú que no le sigas, que no le prestes atención, que no des los pasos necesarios para llegar a ser consciente de este, recuperando tu relación con este. Su única preocupación es que no pueda alcanzarte.

Esta preocupación es diferente del miedo. Realmente, es porque se desperdicie una gran oportunidad en la vida. Si no encuentras ni sigues el Conocimiento dentro de ti en esta vida, vas a casa con tu Familia Espiritual con tus dones sin dar, con tus regalos sin abrir, retornas a tu grupo de aprendizaje, que te ha sido asignado, y te das cuenta: «¡Oh, Dios mío! No lo hice. No di lo que quería dar. No hice lo que quería hacer. Lo olvidé. Quiero regresar. ¿Cuándo podré regresar?».

Entonces, bueno, tienes que esperar el momento adecuado, la oportunidad adecuada, los compromisos adecuados. E incluso, puedes no ser asignado a este mundo. Puedes tener que ir a algún otro mundo. Puede que tengas que esperar un largo tiempo.

Estás muy ansioso por dar lo que quieres dar, por establecer tu realidad —tu realidad permanente— dentro de tu consciencia mientras estas viviendo en una realidad temporal. Esto es tan importante. Lo comprendes. Lo ves. Es claro como el día. Sabes que es verdad. Libre ahora de todas las ansiedades y preocupaciones por la pérdida, la supervivencia, la adquisición, el placer, la riqueza, y demás, tu verdadero propósito brilla como el sol.

Pero aquí en este mundo, en este momento, el sol está ocultado por muchas nubes. Estas nubes crean gran confusión, gran ansiedad, gran sufrimiento y un gran desperdicio de tu tiempo y energía, una incomprensión del propósito de tus relaciones y un despilfarro de tus recursos.

Dios te ha dado un antídoto contra el miedo. Es un antídoto contra todo lo que te preocupa y te mantiene atemorizado, te mantiene desesperado, te mantiene huyendo, te mantiene tratando de escapar, te mantiene adicto y esclavo de otras fuerzas. Pero para encontrarlo, debes volver a ti mismo. Debes detener tus intentos desesperados. Debes bajar tu ritmo. Debes crear una apertura en tu vida y debes continuar haciéndolo para restablecer con el tiempo tu relación fundamental con el Conocimiento, que es tu relación fundamental contigo mismo y, a través de esta, restablecer tu relación con Dios.

No puedes venir a Dios como una persona desesperada, frenética, abrumada por el miedo y la ansiedad, o por la rabia, la indignación y el prejuicio. Acudirás a algún otro dios con estas actitudes, en estas condiciones. No puedes ir a Dios así porque no podrás experimentar la Presencia de Dios en tu vida, la cual te brindará toda la seguridad que necesitas y el recordatorio de que solo estás aquí temporalmente y que tu vida en el mundo, independientemente de tus circunstancias, es realmente un sacrificio enorme. No puede compararse con tu Antiguo Hogar.

Pero cuando experimentas la Presencia de Dios, cuando experimentas la realidad del Conocimiento dentro de ti, entonces tienes estos recuerdos. Tienes estas experiencias. Tienes la sensación de que: «Bueno, mi vida en realidad se trata de algo más y debo descubrir lo que es, y debo seguir lo que se me ha dado a seguir para descubrir lo que es, con el tiempo». Porque una simple definición no dará la respuesta. Una explicación no dará la respuesta. Una etiqueta con tu nombre no dará la respuesta. Declarar que eres esto o aquello no dará la respuesta. Este es el retorno a la vida. Esto es volver a lo que es realmente la vida dentro de ti y lo que es realmente la vida en el mundo.

Todo en el mundo está aquí jugando su parte, pero los seres humanos tienen una verdadera dificultad a la hora de jugar su parte. Conscientes de su muerte, conscientes de su existencia temporal y de toda la enfermedad mental y física que surge de esto; toda la compulsión, toda la rabia, toda la indignación, han dado lugar a un mundo donde la humanidad no juega su parte, donde los individuos no juegan su parte, donde tú aún no juegas tu parte. Es como pasar de vivir en un estado de oscuridad y autoevasión a vivir en un estado de propósito y compromiso con uno mismo. Eso crea una revolución total, como si hubieses dado un giro de 360 ​​grados. Has cambiado por completo.

Durante este cambio, las cosas empiezan a cambiar para ti: tus valores, tus prioridades, lo que buscas en tus relaciones, las cualidades que deseas experimentar en ti mismo. Y verás, a medida que emprendes este cambio, a medida que atraviesas esta transición, empiezas a recobrar un sentido de poder, de propósito y de capacidad.

El miedo a esto y a todo lo que está asociado a ello sigue ahí, pero está debilitándose, ya no es tan predominante. Llegas a estar menos preocupado por lo que está ocurriendo en el mundo, que en última instancia es solo una preocupación por la supervivencia de uno, la pérdida de los privilegios y los derechos de uno, y la pérdida de las cosas que uno ama y valora. Aquí se produce un cambio de esta ansiedad generalizada hacia un sentido de propósito: «Pase lo que pase, estoy aquí para hacer ciertas cosas, y debo hallar la manera de hacer esas cosas. Debo seguir la voz que me dice adónde ir, qué hacer y qué no hacer. Debo estar atento a las señales, y debo sentir los impulsos dentro de mí y aprender a distinguirlos de mis propias compulsiones o ideas».

La gente tiene una noción muy errónea de lo que es la redención. Piensan que la redención es portarse bien y luego tener una recompensa en el Cielo. Esto es ridículo. No estás listo para el Cielo. Aunque tu comportamiento sea muy encomiable, aún estas lleno de ira, ansiedad, condena, juicio y conflicto. Sigues sin poder estar siquiera contigo mismo, entonces ¿cómo vas a estar con Dios? No puedes estar quieto ni un instante. ¿Cómo vas a entrar en un reino de quietud eterna? Realmente, no puedes entregarte a otra persona de forma muy efectiva. ¿Cómo vas a entregarte a toda la Creación?

Las personas piensan que el Cielo es como una recompensa por ser un buen chico o una buena chica, por seguir los edictos religiosos o por creer lo que se les dice que crean. Tú no puedes retornar a tu Antiguo Hogar si ese es tu énfasis. ¿Qué vas a hacer, esperar a las puertas por siempre?

Tienes que venir al mundo para cumplir un propósito. Es ese propósito el que te redime. Es ese servicio el que te devuelve el recuerdo y la sensación de tu Antiguo Hogar. Es este propósito y esta consciencia lo que disipa y debilita el peso del mundo sobre ti.

Entonces, si tienes éxito, la muerte se ve de forma muy diferente. Ciertamente, aún es un acontecimiento que provoca ansiedad. «¡Oh, Dios mío, qué pasará! ¡Dios mío, ya no estaré aquí! ¡Oh, Dios mío, qué quedará? ¿Qué pasará? ¿Qué será lo siguiente?». Pero en tu corazón hay una sensación de plenitud y alivio. «Está bien. Estoy listo para seguir adelante. He hecho lo que vine a hacer aquí lo mejor que he podido. No estoy seguro de lo que hice, pero hice algo y se siente bien, y pienso que estoy listo para pasar a lo siguiente».

Como ves, es una progresión natural. Pero si tu trabajo [no se ha realizado] aquí, eso produce otro tipo de ansiedad y representa una necesidad más profunda dentro de ti. Cómo ves, marca la diferencia si logras tus metas aquí o no. Marca una diferencia fundamental en la calidad y el significado de tu vida, y en cómo verás la muerte al final. ¿Será entonces la muerte una transición natural y esperada? ¿O conllevará una gran sensación de fracaso y desaliento?

El retorno a la vida es el retorno al Conocimiento y el retorno al propósito que te ha traído al mundo. Esto ocurre gradualmente a través de muchas etapas, porque pasar por una transición tan grande de ser una persona que es el producto del mundo a ser una persona que ha sido enviada por Dios no es una transformación estética de uno. No reorganizas tu armario, simplemente.

Tienes que pasar por una gran transición en ti mismo. Tienes que aplicar el poder del Conocimiento en tus relaciones, tus decisiones, tu trabajo, tu salud, dónde estés, en lo que estés haciendo, con quién estés, en todo. Esa aplicación se extiende a todo. No puedes ser simplemente una persona ingenua y tener unos cuantos pensamientos sutiles o grandes ideas.

Pues el Conocimiento conlleva responsabilidad y un sentido de compromiso. Aquí la ansiedad real reside en si podrás lograr lo que viniste a lograr, pues si no lo haces, estarás decepcionado. Irás a Casa con tu Familia Espiritual, y estarás decepcionado. Sentirás que tu viaje por el mundo fue infructuoso, que fuiste seducido, abrumado, persuadido, y te perdiste. En ese momento, verás con claridad lo que te ocurrió y la gran oportunidad perdida que fue tu vida.

Ahora bien, es muy importante entender que tu intelecto no puede fabricar tu propósito. Ni siquiera puede comprenderlo en su totalidad. Solo puede ver la evidencia del propósito. Solo puede ver las señales. Tú no puedes sentarte y averiguarlo. Si intentas crear una explicación o una filosofía, seguirás en la superficie. No has profundizado lo suficiente. Estás tratando de crear tu realidad en lugar de encontrar la realidad que te creó, que está orientándote y está llevándote a alguna parte, pues tiene un plan para ti.

Algunas personas piensan que esto conduce a una especie de pasividad donde no hacen nada y Dios les dice qué hacer. Pero esto no es correcto en absoluto. Tú tienes que ser el capitán de tu barco. Dios te dirá hacia dónde navegar y cuál es tu carga, pero tú tienes que manejar tu mente. Tienes que controlar tu comportamiento. Tienes que gestionar tus asuntos. Tienes que tomar decisiones importantes. Tienes que estar a la altura de las circunstancias de tu vida. Tienes que recobrar tu fuerza, tu compostura y tu enfoque.

La gente piensa que sois como un niño pequeño y que Dios simplemente mueve vuestra vida. Eso es solo el deseo de ser irresponsable. «Daré todo a Dios para que lo haga. Yo pasaré el rato en algún lugar». No existe la beneficencia aquí. No existe la beneficencia espiritual. No vas cada semana a recoger tu paga del Cielo. Fuiste enviado aquí para lograr ciertas cosas con ciertas personas. No puedes andar con tonterías. No puedes perder la oportunidad e ir sentarte en algún lugar por el resto de tu vida. No puedes ser idiota.

Tienes que tomar en serio lo que estás haciendo, a dónde va tu energía, dónde estás perdiendo energía, las relaciones que están quitándote energía incluso ahora mismo, los viajes que estás haciendo que no conducen a ninguna parte, el mal uso de tu tiempo, el mal uso de tus recursos, el mal uso y aplicación de tu amor y tu atención.

A las personas les encanta todo tipo de cosas que no tienen nada que ver con quiénes son ni por qué están aquí. Esto no las prepara para las Grandes Olas de cambio que están por llegar en el futuro. Las personas aman las baratijas. Aman cosas que son muy insignificantes, y entonces se sienten insignificantes. Se dedican a cosas que no tienen un significado inherente, por esa razón, sienten que no tienen un significado inherente.

Con el tiempo, la experiencia del Conocimiento, la experiencia de resonancia con otras personas y el propósito compartido con estas personas serán las cosas que más valorarás. Todo lo demás se alineará después. Y nada será realmente tan importante, a menos que represente algo que específicamente tengas que contribuir aquí para el bienestar del mundo y el bienestar de la humanidad, para el bienestar de quien se te haya asignado servir, o lo que sea que tengas que hacer aquí, que está esperando a que lo descubras.

Lo que antes era valioso ya no es tan valioso. Lo que antes era significativo ya no es tan significativo, porque ese significado se le ha dado a algo mayor, más fundamental, y más auténtico y genuino dentro de ti.

Dios te salva mientras estás aquí dándote algo importante que hacer. Ya se te ha dado. Las personas rezan a Dios por todo tipo de cosas, pero descuidan la verdadera dote de Dios, el verdadero regalo de Dios, que es algo que va más allá de sus ideas y sus creencias, algo fundamental para su naturaleza y para la realidad de su Ser.

Todo el que viene al mundo se pierde en el mundo. Tu primera tarea es encontrar el camino de vuelta, dejar de estar perdido, de estar sin rumbo, como un barco sin timón que simplemente es arrastrado por el viento. Tienes que orientarte. Tienes que regresar y escuchar tu experiencia más profunda.

Por eso, al tomar los Pasos al Conocimiento, una de las primeras cosas que aprendes es a aquietarte y a ser observador para poder empezar a percibir tu experiencia más profunda. De lo contrario, todo está recubierto por tu pensamiento frenético y tu comportamiento frenético, tus amores, tus pasiones, tus aficiones, tus obsesiones, tus conflictos, tus quejas, tus campañas. Aquí no hay tiempo para experimentar la corriente más profunda de tu vida.

El Nuevo Mensaje de Dios ha proporcionado una vía para recuperar tu relación con tu antiguo Conocimiento, y con ello, el propósito que te trajo aquí y la dirección que realmente necesitas seguir. Pues la promesa de redención no significaría nada si los medios para lograrla no fuesen provistos. Y han sido provistos. También se han provisto a través de las religiones a lo largo de los siglos, pero las personas no parecen comprender su significado más profundo aquí.

La religión se ha convertido en una especie de consuelo, una especie de refugio. No se percibe como un requerimiento. No se ve como una responsabilidad. No es tomada en serio por muchas personas. Es solo parte de lo que ellas consumen en el mundo. Así que la usan como consuelo, como seguridad, pero no ven que realmente conlleva una gran responsabilidad. Y aquí la responsabilidad es fundamentalmente con el Conocimiento, no con leyes, edictos y reglas que no representan el Conocimiento.

Las personas tratan de complacer a Dios. Rezan a Dios. Adoran a Dios. Se arrodillan. Se flagelan. Y piensan que esto apacigua a un Dios juzgador y colérico, o que eso complace a un Dios que necesita ser complacido, un Dios que necesita ser adorado. Este es el Dios que ellas han inventado.

El verdadero Dios se reconoce cuando empiezas a responder a lo que Dios ha puesto dentro de ti, y cuando llevas a cabo lo que Dios te ha encomendado llevar a cabo en esta vida. Ese es el verdadero significado de la religión. Esa es la verdadera espiritualidad. Así es como te acercas a Dios. Así es como complaces a Dios. Todo ese estruendo, golpeteo y adoración, si regenera el recuerdo de Dios y el sentido de responsabilidad hacia Dios, entonces es muy bueno. Pero para muchas personas, solo es mucho ruido y movimiento.

Tu compromiso fundamental con Dios es retornar al Conocimiento; encontrar tu camino de vuelta desde la condición de estar perdido en el mundo; aprender a estar quieto y ser observador; aprender a rendirte, a ser humilde; aprender a dejar de lado —aunque sea por unos pocos momentos— tus ambiciones, tus metas, tus necesidades impulsoras, tus obligaciones, para escuchar más profundamente.

Dios no necesita adoración, pero Dios necesita que cumplas lo que viniste a hacer aquí, que con el tiempo aprendas como hacerlo; que no te inventes el camino; que no finjas entender cuando no entiendes y que no seas irresponsable ni pasivo, que te sometas a esta preparación, este retorno a tu Fuente y tu fuerza, a tu propósito y tu dirección. Este es el retorno a la vida.

Si no puedes retornar a la vida aquí en este mundo, no has avanzado, no has progresado. Podrías ir a casa con tu Familia Espiritual, pero querrás volver. Verás la necesidad. Te resultará evidente. No estarás engañado por el mundo. No estarás consumido por el mundo. No estarás aterrorizado por el mundo. Simplemente verás lo que tiene que ocurrir y querrás volver al juego, ya ves. Querrás volver para hacer lo que viniste a hacer aquí, para volver a experimentar tu Antiguo Hogar mientras estás en el mundo, para permanecer cerca de la verdad que vive dentro de ti, la realidad mayor del Conocimiento.

La presencia del Conocimiento mora en tu interior. Está tras la quietud que experimentas cuando finalmente te calmas. Está a diez pasos de la oscuridad que habita en tu mente, la oscuridad que es solo vacío bajo el nivel de tu pensamiento frenético y tus firmes creencias. El Conocimiento simplemente está ahí, una Presencia poderosa, una Presencia que no es corrompida por el mundo, que no es engañada por el mundo, que no teme al mundo, una Presencia que sabe quién es, por qué está aquí, que se centrará en marcar una dirección y satisfacer ciertas necesidades.

Tú vives la vida en dos niveles: la vida en la que piensas y la vida en la que sabes. Retornar a la vida en la que sabes  representa la redención, y el retorno a Dios, a la plenitud y a la integridad dentro de ti. Si puedes moverte en esta dirección, entonces la muerte, bueno, es solo una transición. Aún te pondrá nervioso. Quizás aún la evites, pero ya no pesa tanto. No está gobernando tu vida. No está abrumándote a cada instante. No es como una nube oscura que se cierne sobre ti en todo lo que haces.

En el mundo, las personas están deprimidas porque no están conectadas con el Conocimiento. Han visto la superficialidad y la naturaleza temporal de la adquisición humana y del éxito humano, pero no tienen nada que los sustituya, y por eso se sienten vacías. Sienten la falta de un rumbo real en sus vidas. Están vacías.

Si estás plena y verdaderamente comprometido con tu vida, simplemente no tendrás tiempo para ciertos tipos indulgencias personales. No tendrás tiempo para estar constantemente preocupado por ti mismo, preocupado por tu felicidad, preocupado por tus pensamientos, preocupado por todas estas cosas. Simplemente no habrá tiempo. Estarás ocupado en otras cosas.

Dios te ha dado algo más importante que hacer, y lo estás haciendo, y eso consume mucho de tu tiempo y mucha de tu energía, ya ves. Simplemente no tienes tiempo para volver a caer en esos viejos y oscuros lugares. No tienes tiempo para entrar en casa y volver a la rutina, pues tu vida está moviéndose. Estás moviéndote.

Así que, sea cual sea la circunstancia en la que estes, pregunta para tus adentros: «¿Cómo puedo encontrar el Conocimiento dentro de mí? ¿Qué necesito hacer ahora para encontrar el Conocimiento en mi interior? ¿Cómo puedo regresar a la certeza real que vive dentro de mí, la certeza nacida de Dios? ¿Qué necesito hacer en mi vida ahora mismo que me liberará para hacer esto, para descubrir estas cosas?». Pregúntate: «¿Dónde estoy perdiendo energía con otras personas o con otras actividades?». Pregúntate: «¿A quién estoy obligado, y es esa obligación correcta y realmente apropiada?».

Encuentra un lugar donde puedas estar tranquilo. Aprende los Pasos al Conocimiento que Dios ha provisto. Úsalos. Aplícalos. Síguelos con paciencia. Tu vida no cambiará en un día, una semana o un mes, pero cambiará profundamente si prosigues.

La experiencia del Conocimiento no es simplemente tener un nuevo conjunto de ideas, una teoría diferente de la vida. Es más bien como tener aperturas en la mente, a través de las cuales pueden llegarte mensajes mayores, a través de las cuales puedes interpretar y ver las señales del mundo, a través de las cuales puedes escuchar tu propia experiencia.

Si la mente es como una habitación sin ventanas, entonces nada puede entrar. Estás encerrado en ella, atrapado; un prisionero, un esclavo de tus propias ideas y creencias. Pero experimentar el Conocimiento es como tener la mente con muchas ventanas abiertas, por donde la vida puede pasar, por donde las señales de vida fuera de ti pueden hablarte, reconectarte y refrescarte. Puedes abrir y cerrar esas ventanas cuando lo necesites, pero están ahí y te permiten ver hacia afuera. Te dejan ver la vida y el mundo más allá de ti.

Pues todo sufrimiento es resultado de la obsesión con uno mismo. De este sufrimiento se escapa sirviendo a algo más grande que tu mente mundana, siendo parte de algo más grande que tu pequeña realidad personal, y encontrando relaciones mayores con otras personas, más allá de los desesperados intentos de placer y romance que ves a tu alrededor.

Es hora de retornar a la vida. El mundo te necesita. Dios te necesita. Tú necesitas orientarte, hallar tu verdadera base, construir tu vida sobre esta base verdadera, y tomar los Pasos al Conocimiento, que te preparará para un futuro que será distinto al pasado y que debilitará el control del mundo sobre ti, sobre tu mente, tu experiencia, tus emociones y tus circunstancias.

Este es el viaje de regreso. Esto es lo que te restaurará a quien eras antes de venir al mundo, a lo que serás después de dejar el mundo, y a quién debes ser y lo que debes ser aquí y ahora.